Andrew Jennings quizás engaña con su apariencia de abuelo bonachón. La experiencia que ha acumulado como investigador de casos de guerra, drogas, dopaje olímpico y corrupción en la FIFA, la combina con una energía que no desvanece el cambio horario o las seis horas de charla a otros periodistas en la sede de El Nacional.
Con gusto aceptó dar la entrevista y en cada pregunta se extiende en numerosas anécdotas y detalles de casos anteriores, la mayoría reflejados en los varios documentales y libros que ha publicado sobre casos de corrupción en el deporte.
Jennings estuvo en el ojo del huracán en la última elección de sedes de los Mundiales de Fútbol. Los diarios ingleses denunciaron a dos miembros del comité ejecutivo de FIFA (Amos Adamu y Reynald Temarii) de aceptar sobornos, lo que provocó la suspensión de los funcionarios.
Y luego Jennings volvió sobre sus pasos para presentar pruebas en contra de altos directivos de FIFA en un documental, en el que presenta una lista de la desaparecida firma ISL que detalla los pagos indebidos a miembros de la entidad encargada de la publicidad del organismo rector del fútbol.
Para el escocés no era nada desconocido el tema. En 2003 fue marginado por FIFA de asistir a cualquier rueda de prensa o acercarse a su sede en Zurich, tras unas denuncias que realizó. Y en 2006 publicó el libro Foul, que detalla sobornos, arreglo de votaciones y venta ilegal de entradas en el seno de la organización.
Su nuevo documental para el programa Panorama de la BBC salió al aire tres días antes del anuncio definitivo, y en Inglaterra lo acusaron de echar por tierra la última esperanza que tenían de ser sede.
Al consultarle sobre el tema, respondió: “Inglaterra sabía de los sobornos. Tres días después de la votación, un periodista respetado reveló que en enero había escuchado a un líder de la candidatura inglesa decir que 13 miembros del comité ejecutivo de FIFA eran “comprables”. Su error fue guardarse eso. Pero si Inglaterra ya sabía cómo funcionaba esto, ¿para qué meterse? ¿Para qué desperdiciar tanto dinero en la candidatura?”.
Jennings dedicó muchos años al movimiento olímpico, pero al preguntarle si cree que el fútbol es el deporte más corrupto en el mundo, dijo: “Creo que sí. FIFA y su liderazgo son muy corruptos, y los que no lo son, viven una gran vida y no quieren dejar eso, entonces no toman sobornos, pero acumulan bonos y viáticos. El silencio es oro. Si esos no hablan, son cómplices”.
Jennings resalta que nadie quiere ser transparente: “Cada federación recibe 250 mil dólares anuales de FIFA. ¿Qué hacen con ese dinero? ¿Por qué no decir al público en qué lo invierten? Joseph Blatter (presidente de FIFA) dijo en Suráfrica 2010 que cada federación recibiría un pago extra de 250 mil. No es casualidad que este año sea de votación en FIFA”.
Suramérica a la cabeza. Jennings opina que en Suramérica, la situación parece peor. “Están a la cabeza, junto a algunos de África y de Asia. Porque tres de sus líderes están inmiscuidos en estos casos. De Nicolás Leoz (presidente de Conmebol) hay pruebas de sobornos de ISL, de eso no hay duda. Ricardo Terra Teixeira (Brasil) también, lo investigó el senado de Brasil. De Julio Grondona (Argentina) no hay aún evidencias, pero muchísimas sospechas”, enumeró Jennings.
Y cerró así: “El fútbol suramericano debe ser muy corrupto para producir líderes así. No conozco los detalles de cada país, pero cualquier presidente que dure más de 10 años, debe responder preguntas. Los directivos llegan al tope y cortan la escalera hacia abajo. Teixeira tiene control sobre todos los clubes en Brasil, por eso lo siguen eligiendo. No hay otras partes representadas. Así hacen las cosas en el fútbol”.
Los casos de Venezuela. En la política del fútbol aceptan que los acusen de conflictos de intereses, ineficacia o irresponsabilidad antes que de corrupción, la palabra vetada. En Venezuela, el caso del Centro de Alto Rendimiento involucra al menos los primeros tres términos, sin existir pruebas contundentes del cuarto. Y es conocido lo que sucedió con la venta de entradas de DeLujo Promociones en la Copa América y las numerosas denuncias de los fanáticos.
Pero entre colegas, al conversar con Jennings sobre el caso del Centro de Alto Rendimiento, el escocés se interesó particularmente por la revelación, hecha en una entrevista años atrás, de que el presidente Rafael Esquivel no veía como un hecho reprochable que la FVF haya comprado un terreno de su propiedad para construir dicha instalación en Margarita.
“Hay una frase en inglés para eso: no pasa la prueba del olor. Hay algo que huele mal ahí”, dijo Jennings. “Las federaciones deben ser claras en sus cuentas y mostrarlas”, agregó.
(Nota escrita para la ediciñon 26/1 de El Nacional).