viernes, 10 de octubre de 2008

Carlos Maldonado: “Cuando la Vinotinto juega, me pongo la camiseta de Giancarlo”


Falta media hora para comenzar la práctica matutina del Táchira, y Carlos Maldonado sale de su oficina a saludar con su amabilidad característica. Ofrece café, entra al campo y se toma con humor cada foto que se le hace. Su sonrisa pronto se agiganta al sentarse a charlar sobre un tema que lo hace feliz: su hijo Giancarlo Maldonado y la selección. Cuando el goleador juega, son días especiales para el padre, todo un ídolo de San Cristóbal.

- Giancarlo confiesa que usted prefiere no ir al estadio cuando juega con la selección. ¿Por qué?
- Siempre fui hasta que Giancarlo anotó su primer gol en Maracaibo contra Estonia. Me aceleré mucho cuando lo marcó. Ahí me di cuenta de que sí se me sale lo del padre, porque como técnico siempre mantuve el equilibrio al tenerlo como jugador, pero al verlo en la selección se me salió el papá. Entonces es mejor quedarse tranquilito en casa, analizas solo y nadie escucha las palabras que uno tiene que decir. Disfruto al máximo estos años de Giancarlo en el equipo. Es un orgullo y me veo reflejado en él por el tiempo que estuve en la selección.

- ¿Y cómo fue esa reacción en el primer gol de Giancarlo?
- Abracé a Di Martino (alcalde de Maracaibo y dueño del Unión), que estaba al lado. No, no, no. No ando ya para esas cosas, la gente se me quedó viendo y además pegué un par de gritos. No, el reflejo de un padre y un técnico es el equilibrio y tengo que mostrarme así para que él lo sea también.

- ¿Cómo es su relación?
- Hablamos todos los días. Ahora que está casado no es como antes y está en México. Pero casado o no casado, me importa un carajo, igual vamos a hablar todos los días que se pueda (risas). Igual no es como antes, por ejemplo, teníamos cuatro meses sin vernos. Ahora pudimos, pero por un segundito, porque tuvo que ir al odontólogo y me coleé ahí para acompañarlo. La unión sigue, porque dependemos muchísimo uno del otro, pero ahora es con el celular.

- ¿Le habla como técnico también?
- Claro, trato de ayudarlo con la experiencia que he tenido, siempre hay algo que comentarle. Pero también son consejos de padre, lo haré hasta que me muera, porque el fútbol es hermoso, es su profesión, pero lo más importante es el ser humano.

- ¿Cuántos padres e hijos pueden decir que le hicieron gol a Brasil?
- (Risas) Sabes que estaba en el estadio (en Boston) ese día y me llenó de felicidad. Creo que de todos los que ha hecho Giancarlo, ese fue el que me llenó más de orgullo, porque además fue de los más bonitos. Yo también tuve la fortuna de marcarle a Brasil (en Copa América 1989) y que él también lo haya hecho este año es una satisfacción inmensa. Ojalá este domingo, no por mí sino por el país, marque otro golcito, porque Venezuela lo necesita para que baje un poquito la presión que tienen.

- Acaba de confesar que rompió su norma de no ir al estadio.
- (Risas) Es cierto. Y fue la primera vez que viajé para un partido de la selección. Giancarlo siempre insiste, pero no lo hago. Esa vez sí, porque habíamos sido campeones con Táchira, necesitaba un par de días de vacaciones y quería ir al exterior. Entonces ese partido fue la mejor excusa, pude pasar un rato con él y qué mejor encuentro que ese, que terminó siendo histórico por el triunfo ante Brasil, y lo pude ver.

- Debería romper esa regla, porque según esa cuenta, cuando va al estadio Giancarlo anota
- No, no, (risas). Igual él sabe que siempre estoy con él. La amistad que tenemos no la rompe nadie.

- ¿Recuerda bien el gol que le hizo a Brasil?

- Fue un pase de Laureano (Jaimes) al fondo. Agaché la cabeza y empecé a encarar hasta que vi a Taffarel, lo pude regatear y hasta ahí había tenido tranquilidad para driblar, pero luego quedaba un defensa y entonces sí cerré los ojos y le di durísimo al medio, le pegué con la vida. Fui a buscar el balón, pero mi amigo Robi Cavallo me abrazó primero con gran felicidad. En el momento no lo entendía, pero luego sí me quedó la alegría de haberle marcado a Brasil. Y en ese partido erré un segundo tanto, imagínate.

- ¿Qué tan importante fue esa Copa? Hizo cuatro goles y luego jugaría en Brasil
- Esa fue una semana extraordinaria para mí. Gracias a Dios tenía como amigos a Bernardo Añor y Pedro Febles, que me aconsejaron. Porque no sólo fueron los cuatro goles, sino que estaba la RAI, Televisión Española pendientes, sonaba para ir al Verona, América puso dos millones de dólares para ver si compraba el pase. Tuve buenas posibilidades, pero era una lucha con grandes figuras del continente. Fíjate que en el América quedó la escogencia entre Romerito y yo, y fue él. Luego salió mi nombre en el Fluminense y tuve la fortuna de ir a ese bonito club.

- ¿Fanático de la selección desde que dejó de jugar?
- Sí, lo disfruto porque siempre hay alguien dentro que es amigo de uno. Pastoriza llevaba a cinco o seis jugadores del Táchira y en ese tiempo tuve un acercamiento que me hizo el primer fanático de la selección. Tengo muchas cosas en la cabeza siempre, pero cuando juega Venezuela me pongo hasta la franela. En esos días ando con la camiseta vinotinto de mi hijo. A veces no comparto el manejo del equipo, pero siempre estoy ligando que ganen. A todos nos interesa que les vaya bien, no entiendo como hay personas que ligan reveses por pleitos personales.

- ¿Sale en público con la camiseta de Giancarlo?
- Sí, cómo no, en la calle, en reuniones y cuando veo el partido en casa. Y no se la robé a Coquito (utilero de la Vinotinto), me la dio Giancarlo (risas). Es un orgullo, cómo no me la voy a poner si es la de uno de mis mejores amigos.
(Nota escrita para la edición 10/10 de El Nacional)