A pesar de las comparaciones, José Omar Pastoriza, Richard Páez y César Farías estarán unidos en la historia del fútbol venezolano por su aporte a la evolución de la Vinotinto.
De acuerdo con el rol que cumplieron en sus respectivas épocas, cada uno tuvo su mérito específico, pero también su método y carácter particular. Y al indagar en esa forma de ser, hay un personaje que puede identificar y contar con detalle los pormenores de las tres épocas, pues compartió el campo de batalla con el trío de directores técnicos.
Napoleón Centeno, ex coordinador de selecciones nacionales, ofrece así un perfil más cercano de Pastoriza, Páez y Farías, en siete aspectos sugeridos para esta nota para apreciar así las diferencias, los cambios, las curiosidades y las anécdotas de cada etapa.
Pronto, un nuevo seleccionador seguirá los pasos de este trío y sumará sus hábitos al manejo de la Vinotinto del presente y del futuro.
1 Charlas tácticas
Pastoriza
No era como ahora. Eran motivacionales y en la parte táctica era más hablar y explicar que mostrar, por ejemplo, al asignar las marcas. Siempre los arengaba y sabía que eventualmente llegarían los buenos momentos.
Páez
El cambio fue grande. Richard tenía un cuerpo técnico más grande, trabajaba con mayor planificación y por eso las charlas eran más específicas. Repasaban video en una sesión, en la que mostraba, detenía y comentaba; y en otra era la charla táctica, en la que hablaba mucho y explicaba bien a cada uno lo que debía hacer. No hablaba con los nombres de los rivales, para restarle importancia a las figuras del otro equipo, sino que los mencionaba por números. Al terminar, me ordenaba que destruyera las láminas de las charlas, ahí mismo en el hotel o ya en el estadio.
Farías
Fue más exigente aún, y el que usó más herramientas tecnológicas. En esta época era más fácil conseguir videos y tenía para eso a sus encargados, principalmente Alirio Granadillo. Hablaban él y Lino Alonso, pero mucho más él. Siempre era muy emotivo en esas charlas, daba fuerzas y ánimos. Después de eso, salías a joder a cualquiera.
2 Actividades recreativas para el grupo
Pastoriza
Nos íbamos a caminar por la mañana en la ciudad en la que estuviéramos. En Buenos Aires caminamos como 5 kilómetros. Y los asados (parrillas), típico de los argentinos, los hacía con el grupo. En una ocasión quiso incluir vino en la comida para los jugadores, pero ahí si le dije que no, que no estábamos preparados para eso (risas).
Páez
Era muy estricto, entonces procuraba que para distraerse tuvieran cosas en la sala de comer: cartas, dominó, pero no organizaba salidas o paseos. Lo que sí hacía era darles tiempo libre de vez en cuando, sobre todo si eran concentraciones largas, y entonces los llevábamos a algún centro comercial, les dábamos dos horas, y los traíamos de vuelta al hotel.
Farías
Organizó varios paseos al cine, teléferico. En Ecuador, antes del partido contra Bolivia en La Paz, hubo varias salidas por la duración tan larga de la concentración, entre ellas una visita a la Mitad del Mundo.
3 Trato con los jugadores
Pastoriza
Muy amistoso, muy de jugador a jugador, así se sentía Pastoriza. Contaba las historias de su carrera en la mesa. Era muy humano, pero si alguien se equivocaba en la disciplina, era muy severo.
Páez
Serio, muy sincero. Se reunía aparte con algunos jugadores si necesitaba conversar algo específico sobre la táctica o sobre la persona. Cuando tenía que ser duro, lo era. Peleaba junto con los jugadores por sus condiciones y premios.
Farías
Como es él, podía ser excelente con el jugador o mandarlo al carajo. Dependía de lo que hiciera el jugador, con las demoras era implacable, a veces yo intercedía. Pero siempre iba de frente, con su personalidad fuerte, que es algo necesario también.
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lunes, 9 de diciembre de 2013
domingo, 15 de septiembre de 2013
El próximo paso de la Vinotinto
Para empezar a analizar qué puede ocurrir con la Vinotinto hay que pedir permiso al lector para suponer algo que aún no ha ocurrido de forma matemática y definitiva, pero que parece inevitable: que Venezuela no iría al Mundial Brasil 2014. La combinación de tres resultados que hace improbable ese sueño llevaría a la selección nacional a dirigir de inmediato su atención a un nuevo ciclo de cuatro años.
Como esta eliminatoria mostró, hay talento joven para dar alas a esa ilusión en 2018. Que Alexander González, Josef Martínez y por último Yohandry Orozco se sumaran con pasos firmes a la paulatina renovación de la Vinotinto solo puede ser una gran noticia. Pero cuando se piensa en lo que puede pesar el hecho de haber perdido la mejor oportunidad de clasificar a un Mundial, al no estar presente Brasil en esta eliminatoria, es lógico que la gente olvide los puntos positivos y se enfoque en el dolor inmediato.
El próximo paso a dar tiene que ver con lo que hizo César Farías en esta eliminatoria. Tanto en sus aciertos como en sus errores. Desde que José Omar Pastoriza inició el camino ascendente de la selección, cada etapa ha superado la anterior. Venezuela pasó de ser la eterna sotanera a ocupar el noveno puesto en 2002, el octavo en 2006, el octavo en 2010 y ahora el sexto. Pero más allá de ese progreso por escalones, cada técnico puso su huella y forzó cambios para mejorar.
Pastoriza, Richard Páez y Farías dejaron, en distintos aspectos, una base para el sucesor, aunque tardara en darse ese reconocimiento. Hoy nadie niega lo que dejaron Pastoriza y Páez e igual sucederá con Farías. Pero así como se ha repetido la tendencia de no poder ganar los partidos clave en casa en la segunda vuelta, también se ha repetido la insatisfacción por no llegar a la meta esperada.
Si hay un nuevo técnico, éste deberá tomar todo lo bueno que dejaron sus antecesores y progresar. La pregunta es entonces si Farías querrá continuar o no. Sus palabras habían apuntado claramente a finalizar en esta eliminatoria su etapa en el cargo, y después de casi seis años completos, parece lógico. Probablemente Farías lo dijo con la plena convicción de que se iría tras el Mundial luego de lograr esa anhelada clasificación. Pensar que eso sucederá solo porque lo anticipó es otra cosa. Quizás el resultado final lo haga cambiar de opinión. Páez también anunció su adiós de forma anticipada y luego la FVF le ofreció renovar y continuó cuando ya se barajaban nombres de candidatos.
Lo importante no es eso. La clave es pensar si es conveniente para la Vinotinto. Hay otro punto en común: Páez y Farías asumieron el cargo en situación de emergencia, en mitad de la disputa del Premundial. Sería ideal cambiar eso y garantizar que el nuevo técnico, cuando llegue, tenga el tiempo para planificar y alistar al grupo para la nueva eliminatoria. Si Farías renueva, corre el riesgo de acelerar el natural desgaste de la relación con un grupo de jugadores. Siempre sucede luego de un tiempo, y a juzgar por el último año, con algunos ya ha comenzado.
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domingo, 9 de diciembre de 2012
Las escenas que faltan por filmar
Uno después del otro, sin controversias ni debates, aparecieron las imágenes de José Omar Pastoriza, y los testimonios de Richard Páez y César Farías. Como elemento unificador, funcionó a la perfección.
El documental "Vinotinto, orígenes de una pasión", exhibido ante los medios de comunicación el pasado miércoles, se convirtió de inmediato en una pieza valiosa de la memoria colectiva del fútbol venezolano y el punto de inicio ideal para cualquiera que desee saber acerca de la historia de la disciplina en Venezuela.
La secuencia más reciente de la Vinotinto, con los tres mencionados seleccionadores en escena, recuerda a todos que se ha recorrido un largo camino para llegar al momento actual, y que se ha transitado mucho mejor en los últimos 13 años, tanto como para tapar y compensar las deficiencias de décadas anteriores. Sin embargo, los fracasos y los triunfos, de igual manera, fueron necesarios para construir esta historia.
En el caso de Pastoriza, Páez y Farías, la historia los unirá por siempre en el capítulo más brillante hasta ahora de la Vinotinto, cada uno con sus méritos justos y oportunos. El argentino es reconocido por poner la primera piedra en el cambio de actitud del jugador venezolano y en la profesionalización de la selección; el merideño quedará para siempre como el inspirador del gran viraje de la Vinotinto de eterna perdedora a un combinado ganador; y el sucrense tendrá todo el crédito por rejuvenecer al equipo y haber logrado el mayor éxito del trío en una etapa de grandes exigencias.
Otra ventaja para Farías es que su ciclo aún no termina y su final puede ser espectacular. El técnico ha puesto su fecha de salida en 2014, porque en ese momento ya se conocerá si su gran sueño y el de todos los venezolanos se ha hecho realidad. Clasificar y dirigir en el primer Mundial de mayores de la historia del país (ya lo hizo con la Sub 20) sería su más alabado logro, una conquista de película.
El guión lo tiene claro el equipo. El borrador final se empezó a escribir en la Copa América Argentina 2011 y ha tenido pequeñas correcciones y cambios durante el último año y medio, con diferentes protagonistas a lo largo de la trama, pero en un camino que en todo momento parece prometer un final feliz. Juan Arango ha sido el héroe, pero los grandes actores de reparto con los que cuenta no le dejan todo el peso de la obra sobre sus hombros.
El documental "Vinotinto, orígenes de una pasión", exhibido ante los medios de comunicación el pasado miércoles, se convirtió de inmediato en una pieza valiosa de la memoria colectiva del fútbol venezolano y el punto de inicio ideal para cualquiera que desee saber acerca de la historia de la disciplina en Venezuela.
La secuencia más reciente de la Vinotinto, con los tres mencionados seleccionadores en escena, recuerda a todos que se ha recorrido un largo camino para llegar al momento actual, y que se ha transitado mucho mejor en los últimos 13 años, tanto como para tapar y compensar las deficiencias de décadas anteriores. Sin embargo, los fracasos y los triunfos, de igual manera, fueron necesarios para construir esta historia.
En el caso de Pastoriza, Páez y Farías, la historia los unirá por siempre en el capítulo más brillante hasta ahora de la Vinotinto, cada uno con sus méritos justos y oportunos. El argentino es reconocido por poner la primera piedra en el cambio de actitud del jugador venezolano y en la profesionalización de la selección; el merideño quedará para siempre como el inspirador del gran viraje de la Vinotinto de eterna perdedora a un combinado ganador; y el sucrense tendrá todo el crédito por rejuvenecer al equipo y haber logrado el mayor éxito del trío en una etapa de grandes exigencias.
Otra ventaja para Farías es que su ciclo aún no termina y su final puede ser espectacular. El técnico ha puesto su fecha de salida en 2014, porque en ese momento ya se conocerá si su gran sueño y el de todos los venezolanos se ha hecho realidad. Clasificar y dirigir en el primer Mundial de mayores de la historia del país (ya lo hizo con la Sub 20) sería su más alabado logro, una conquista de película.
El guión lo tiene claro el equipo. El borrador final se empezó a escribir en la Copa América Argentina 2011 y ha tenido pequeñas correcciones y cambios durante el último año y medio, con diferentes protagonistas a lo largo de la trama, pero en un camino que en todo momento parece prometer un final feliz. Juan Arango ha sido el héroe, pero los grandes actores de reparto con los que cuenta no le dejan todo el peso de la obra sobre sus hombros.
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lunes, 26 de noviembre de 2012
Arango bajo la mirada de Páez
No es común que un jugador alcance el mejor nivel de su carrera a los 32 años de edad, pero ese es el caso del capitán de la Vinotinto, Juan Arango.
Para muchos, el zurdo vive una especie de segunda juventud. Los recuerdos de su etapa fenomenal con la selección entre 2002 y 2006, cuando pasó del fútbol mexicano a la exigente liga española y brilló con el Mallorca, parecían haber quedado grabados en la mente de los espectadores como la era dorada de Arango.
Sin embargo, lo que ha hecho en los últimos dos años con el Borussia Mönchengladbach y la selección ha obligado a recordar cuán valioso ha sido para el país, al punto de ser reconocido como el mejor jugador de la historia de Venezuela.
Debutó en la selección de la mano del fallecido José Omar Pastoriza y se convirtió en capitán con la llegada de César Farías al cargo. Pero durante 6 años fue dirigido por Richard Páez en esa etapa especial en la que la Vinotinto y Arango se dieron a conocer al mundo. Una relación de mutuo beneficio de la cual Páez habla en esta entrevista.
Segundo aire. "Creo que esta es la versión más exitosa de Juan que hemos visto. Lo ha logrado con madurez, tranquilidad y serenidad en su ambiente profesional", afirma Páez, convencido de que este momento es el mejor en la carrera del volante.
Curiosamente, no lo considera un segundo aire o un retorno a sus mejores días. Y esta es la razón: "Creo que es simplemente una evolución y atribuyo su mejoría a la madurez que alcanzó. En el plano profesional, las experiencias que ha acumulado en diferentes países y los retos que ha enfrentado le dieron esa jerarquía e impulsaron más cambios en su juego. Pero el talento siempre estuvo ahí, desde joven, y lo mostró".
Arango-dependencia. No es coincidencia que el término haya aparecido en la prensa y entre los aficionados en las dos mejores etapas de la carrera del capitán. Páez, sin embargo, opina que ahora es más acentuada. "Pienso que hoy se puede notar algo más de Arango-dependencia por el nivel en el que está desarrollando su juego. Él es fundamental para la selección. Creo que en mi época teníamos un grupo más compacto, incluso antes de que él surgiera como una de las figuras, y también porque hoy en día su pegada ha mejorado mucho más".
Zurda de oro. En España y en Alemania, Arango ha demostrado que es uno de los mejores cobradores de tiros libres del planeta. Hoy se encuentra en su mejor momento también en esa faceta. "Su pegada ha mejorado tanto en los tiros libres como en los disparos en movimiento", afirma Páez, quien fue testigo en la Vinotinto de la costumbre del volante de quedarse tras el entrenamiento para practicar los cobros de falta, una rutina que mantiene todavía.
"Eso se le veía desde joven y era un talento natural que ha podido perfeccionar. Ese golpeo, esa sensibilidad para conseguir el impacto preciso en la pelota. Para mí es uno de los mejores pateadores del mundo, sin duda".
Para muchos, el zurdo vive una especie de segunda juventud. Los recuerdos de su etapa fenomenal con la selección entre 2002 y 2006, cuando pasó del fútbol mexicano a la exigente liga española y brilló con el Mallorca, parecían haber quedado grabados en la mente de los espectadores como la era dorada de Arango.
Sin embargo, lo que ha hecho en los últimos dos años con el Borussia Mönchengladbach y la selección ha obligado a recordar cuán valioso ha sido para el país, al punto de ser reconocido como el mejor jugador de la historia de Venezuela.
Debutó en la selección de la mano del fallecido José Omar Pastoriza y se convirtió en capitán con la llegada de César Farías al cargo. Pero durante 6 años fue dirigido por Richard Páez en esa etapa especial en la que la Vinotinto y Arango se dieron a conocer al mundo. Una relación de mutuo beneficio de la cual Páez habla en esta entrevista.
Segundo aire. "Creo que esta es la versión más exitosa de Juan que hemos visto. Lo ha logrado con madurez, tranquilidad y serenidad en su ambiente profesional", afirma Páez, convencido de que este momento es el mejor en la carrera del volante.
Curiosamente, no lo considera un segundo aire o un retorno a sus mejores días. Y esta es la razón: "Creo que es simplemente una evolución y atribuyo su mejoría a la madurez que alcanzó. En el plano profesional, las experiencias que ha acumulado en diferentes países y los retos que ha enfrentado le dieron esa jerarquía e impulsaron más cambios en su juego. Pero el talento siempre estuvo ahí, desde joven, y lo mostró".
Arango-dependencia. No es coincidencia que el término haya aparecido en la prensa y entre los aficionados en las dos mejores etapas de la carrera del capitán. Páez, sin embargo, opina que ahora es más acentuada. "Pienso que hoy se puede notar algo más de Arango-dependencia por el nivel en el que está desarrollando su juego. Él es fundamental para la selección. Creo que en mi época teníamos un grupo más compacto, incluso antes de que él surgiera como una de las figuras, y también porque hoy en día su pegada ha mejorado mucho más".
Zurda de oro. En España y en Alemania, Arango ha demostrado que es uno de los mejores cobradores de tiros libres del planeta. Hoy se encuentra en su mejor momento también en esa faceta. "Su pegada ha mejorado tanto en los tiros libres como en los disparos en movimiento", afirma Páez, quien fue testigo en la Vinotinto de la costumbre del volante de quedarse tras el entrenamiento para practicar los cobros de falta, una rutina que mantiene todavía.
"Eso se le veía desde joven y era un talento natural que ha podido perfeccionar. Ese golpeo, esa sensibilidad para conseguir el impacto preciso en la pelota. Para mí es uno de los mejores pateadores del mundo, sin duda".
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domingo, 22 de enero de 2012
La gran apuesta de Pastoriza
Paternal con los jugadores, apostador, sagaz, fanático de las parrillas, fumador, sindicalista, amigo de la familia real de Mónaco y símbolo de Independiente. Pedir que hablaran de José Omar Pastoriza a quienes compartieron con él en la Vinotinto no fue difícil, porque cada quien tenía una memoria grata de este singular personaje, que dirigió al combinado entre 1998 y 2000, y falleció en 2004.
Pastoriza es recordado por muchas de sus virtudes y también por los vicios que lo marcaron, pero ante todo como el responsable del primer paso para el gran cambio vinotinto. "Con él comenzó esto, quiso cambiar el ritmo de juego y la mentalidad del venezolano. Eso lo siguieron y mejoraron Richard Páez y César Farías", dijo Miguel Mea Vitali, uno de los jugadores que creció en la selección bajo el mando de Pastoriza.
A Venezuela llegó con una fama ganada. "Sabíamos lo que había logrado y eso es importante, te motivaba", afirmó Leo Jiménez. Pastoriza destacó como mediocampista, primero como volante "cinco" y luego por la derecha y más adelantado. Fue campeón de América con Independiente, el Rojo, el club de sus amores, al que volvió a llevar posteriormente al título de la Libertadores y la Copa Intercontinental como técnico.
Estuvo en el Mundial de Inglaterra 1966, aunque no pudo jugar ni un minuto. Hasta se dio el lujo de abandonar su cargo como entrenador del Atlético de Madrid después de cinco partidos por una disputa con el presidente Jesús Gil y Gil por no obligar a Bernd Schuster a infiltrarse para alinear en un encuentro.
Con eso y mucho más en su currículo, Pastoriza llegó a Venezuela para aceptar el reto de tomar a una selección que apenas había ganado dos partidos de eliminatorias en toda su historia.
"A Pastoriza lo conocí en Río de Janeiro, porque ahí fue donde se produjo la primera reunión, cuando estábamos concentrados con la Sub 20 y la Sub 17. Lo busqué en el aeropuerto con una foto y fue él quien me reconoció primero, no sé cómo. Caía bien de entrada", relató Napoleón Centeno, ex coordinador de la Vinotinto.
"Con él se reunieron (Rafael) Esquivel y otros dirigentes de la federación. Cuando le explicaron cómo era el fútbol venezolano le cambió la cara. Él pensaba que iba a trabajar, no a enseñar. Pero entonces, ya aparte, me dijo: `Bueno, tranquilo. Quizás no ganemos mucho, pero nos vamos a cagar de la risa jugando’. Así era él", recordó Centeno.
Una manera de inspirar. Hay una historia que todos los consultados recordaron de Pastoriza y que refleja la forma en la que motivaba a la Vinotinto de esa etapa. "Te digo la anécdota y tú sacas cómo era él. Un día llegamos al Pachencho Romero a jugar contra Brasil y Pastoriza nos dice `Ven, están asustados, se les nota en la cara’. Y nos metieron seis goles", relató Gilberto Angelucci.
Ruberth Morán lo recuerda con una ligera variación: "Vamos a ganarles a esos putos brasileños que están cagados. Eso fue lo que dijo exactamente". En todo caso, la intención de Pastoriza fue siempre la misma: intentar que el venezolano olvidara sus complejos y se animara a retar a los rivales. "El principal cambio fue mental. Nos obligó a compararnos con otros, a atrevernos a ganar. Lo hizo con los jugadores y con los dirigentes", afirmó Morán.
"Pensar que teníamos que salir a ganar siempre fue algo que quizás, en lo colectivo, costó tiempo entenderlo. Pero Pastoriza empezó esto. Él profesionalizó a la selección", recordó Jiménez.
Una Vinotinto de otra época
"Pastoriza aportó mucho, pero no lo acompañaron los resultados". Gilberto Angelucci resumió de manera sucinta la razón por la que, a pesar de ser considerado hoy uno de los que motivó el cambio de Venezuela en el fútbol, José Omar Pastoriza tuvo un ciclo de dos años.
Aunque ocurrió hace apenas 14 años, el "Pato" llegó a otro fútbol. Uno en el que las prácticas de la selección eran presenciadas por uno o dos reporteros a lo sumo en la capital, en el que una entrevista con Pastoriza se podía hacer con una llamada al teléfono de su hogar, en el que las giras y módulos eran gastos que podían ser rechazados ocasionalmente por la FVF por tener una selección que no ganaba partidos y, por ende, no producía dinero. Y ni hablar de la percepción de la gente sobre la Vinotinto y sus integrantes, que pasaban desapercibidos por la mayoría de las ciudades.
Esos resultados tan anhelados comenzaron a llegar con su sucesor Richard Páez y gracias a ese ciclo posterior pudo apreciarse bajo otra luz lo que dejó Pastoriza, en lugar de quedar como un esfuerzo en vano. Los jugadores consideran positivo el paso del argentino por Venezuela, a pesar de las críticas que en su momento tuvo. Pero al final de su etapa, todos coincidían: era urgente obtener resultados y no llegaban.
"Él consiguió condiciones de trabajo mucho mejores que las que tuvo la selección previamente. Concretó amistosos con sus contactos y le dio un cambio importante de intensidad a la actividad", aseguró el periodista Edgardo Broner. "También tuvo que adaptarse porque la FVF en ese momento no tenía tanto dinero, así que de vez en cuando había que suspender algún plan de concentración o cambiarlo. Y él me decía `tranquilo, ya vamos a ver cómo hacemos’. Y buscaba una solución", contó Napoleón Centeno, ex coordinador de la selección.
Ese intento de profesionalizar a la selección, como reconocieron los jugadores, fue importante. Su aporte táctico, también. Pero siendo un personaje particular en un fútbol también muy particular en esa época, Pastoriza propició algunas críticas.
El exceso de jugadores de un solo equipo (Táchira, líder del momento) en algunas convocatorias generó un caso curioso: dos porteros del mismo club en el llamado.
"Tuvimos que esperar a que Pastoriza viera un partido de aquel Estudiantes que hizo una gran Libertadores para que nos empezara a llamar a mí, a Chuy Vera y a Pochito Echenausi", afirmó Ruberth Morán, quien también admitió que Pastoriza corrigió pronto y se preocupó más por empaparse del fútbol venezolano en lugar de sólo dirigir: "Llamó a los entrenadores de los conjuntos, preguntaba y enviaba observadores a los juegos".
Centeno comentó: "No es como ahora, que puedes conseguir videos o ver por televisión casi cualquier partido. Tenías que enviar a personas a ver los partidos, y por supuesto, si lo hacías muy seguido, empezaban a preguntarte por los costos. Pero incluso a mí me tocó ir a ver juegos para Pastoriza".
La costumbre del entrenador de volver con frecuencia a Argentina, también le jugó malas pasadas. "Una vez se demoró su vuelo desde Argentina y teníamos un amistoso. Llamó por teléfono, nos dio indicaciones, pero seguía sin poder llegar. Nos fuimos al estadio, nos dictó la alineación y finalmente, poco antes de salir al campo, apareció Pastoriza en el camerino", contó Centeno. Era un fútbol en el que eso podía pasar y no terminaba en un gran escándalo. En el que Horacio Cirrincione tenía que hacer una doble función como preparador de porteros y asistente.
Un fútbol que ha quedado en el recuerdo. Porque las victorias forzaron más cambios, atrajeron a la afición, a los patrocinantes y a los medios de comunicación. Aumentaron la exigencia. Pero tenía que empezar con un cambio de actitud.
(Columna escrita para la edición 22/1 de El Nacional)
Aunque ocurrió hace apenas 14 años, el "Pato" llegó a otro fútbol. Uno en el que las prácticas de la selección eran presenciadas por uno o dos reporteros a lo sumo en la capital, en el que una entrevista con Pastoriza se podía hacer con una llamada al teléfono de su hogar, en el que las giras y módulos eran gastos que podían ser rechazados ocasionalmente por la FVF por tener una selección que no ganaba partidos y, por ende, no producía dinero. Y ni hablar de la percepción de la gente sobre la Vinotinto y sus integrantes, que pasaban desapercibidos por la mayoría de las ciudades.
Esos resultados tan anhelados comenzaron a llegar con su sucesor Richard Páez y gracias a ese ciclo posterior pudo apreciarse bajo otra luz lo que dejó Pastoriza, en lugar de quedar como un esfuerzo en vano. Los jugadores consideran positivo el paso del argentino por Venezuela, a pesar de las críticas que en su momento tuvo. Pero al final de su etapa, todos coincidían: era urgente obtener resultados y no llegaban.
"Él consiguió condiciones de trabajo mucho mejores que las que tuvo la selección previamente. Concretó amistosos con sus contactos y le dio un cambio importante de intensidad a la actividad", aseguró el periodista Edgardo Broner. "También tuvo que adaptarse porque la FVF en ese momento no tenía tanto dinero, así que de vez en cuando había que suspender algún plan de concentración o cambiarlo. Y él me decía `tranquilo, ya vamos a ver cómo hacemos’. Y buscaba una solución", contó Napoleón Centeno, ex coordinador de la selección.
Ese intento de profesionalizar a la selección, como reconocieron los jugadores, fue importante. Su aporte táctico, también. Pero siendo un personaje particular en un fútbol también muy particular en esa época, Pastoriza propició algunas críticas.
El exceso de jugadores de un solo equipo (Táchira, líder del momento) en algunas convocatorias generó un caso curioso: dos porteros del mismo club en el llamado.
"Tuvimos que esperar a que Pastoriza viera un partido de aquel Estudiantes que hizo una gran Libertadores para que nos empezara a llamar a mí, a Chuy Vera y a Pochito Echenausi", afirmó Ruberth Morán, quien también admitió que Pastoriza corrigió pronto y se preocupó más por empaparse del fútbol venezolano en lugar de sólo dirigir: "Llamó a los entrenadores de los conjuntos, preguntaba y enviaba observadores a los juegos".
Centeno comentó: "No es como ahora, que puedes conseguir videos o ver por televisión casi cualquier partido. Tenías que enviar a personas a ver los partidos, y por supuesto, si lo hacías muy seguido, empezaban a preguntarte por los costos. Pero incluso a mí me tocó ir a ver juegos para Pastoriza".
La costumbre del entrenador de volver con frecuencia a Argentina, también le jugó malas pasadas. "Una vez se demoró su vuelo desde Argentina y teníamos un amistoso. Llamó por teléfono, nos dio indicaciones, pero seguía sin poder llegar. Nos fuimos al estadio, nos dictó la alineación y finalmente, poco antes de salir al campo, apareció Pastoriza en el camerino", contó Centeno. Era un fútbol en el que eso podía pasar y no terminaba en un gran escándalo. En el que Horacio Cirrincione tenía que hacer una doble función como preparador de porteros y asistente.
Un fútbol que ha quedado en el recuerdo. Porque las victorias forzaron más cambios, atrajeron a la afición, a los patrocinantes y a los medios de comunicación. Aumentaron la exigencia. Pero tenía que empezar con un cambio de actitud.
(Columna escrita para la edición 22/1 de El Nacional)
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domingo, 15 de enero de 2012
Las palabras que definen los otros 45 minutos
"Les toca limpiar la basura que han hecho en el primer tiempo. Es una pena que no pueda hacer las once sustituciones porque habría cambiado a los once". Esas palabras de José Mourinho a los jugadores del Real Madrid en el entretiempo del partido de ida contra Málaga en la Copa del Rey surtieron efecto. Los blancos convirtieron un 0-2 en un 3-2.
En el fútbol, el entrenador vive de la planificación que hace en la semana. Pero en el día del partido, aparte de las decisiones que debe tomar, cuenta con un momento especial para tratar de incidir en el juego: la charla del entretiempo. Y cada técnico tiene un estilo muy particular para usar esos preciados minutos.
"A mí me ha tocado escuchar una versión similar de esa frase de Mourinho alguna vez. Pero me ha pasado con otros que, mientras el jugador esperaba un regaño, les ha dado por reírse de lo que pasó", confesó Cristian Cásseres, que recuerda otra anécdota: "Una vez con Raúl Cavalleri jugábamos contra Trujillanos. Fallé un penal en el primer tiempo y entramos a los vestuarios perdiendo 1-0. Raúl me dijo de todo, que si mi madre, que esto no era un partido del barrio. Y eso porque me conoce bien. En el segundo tiempo lo volteamos y ganamos 2-1. Con dos goles que yo hice".
Pero no a todos les funciona el papel de villano. Luis "Pájaro" Vera y Gilberto Angelucci coinciden en una historia de sus días en Minervén en la Copa Libertadores. "Jugamos octavos de final contra Emelec en Guayaquil, con Víctor Pignanelli como técnico. Habíamos ganado 2-0 en la ida en Puerto Ordaz. Empezamos y fue un bombardeo", recordó Vera. "Perdíamos 3-1 en el entretiempo, pero como en esa época no había regla de gol de visitante, estaba la serie igualada", acotó Angelucci.
"Entramos decaídos al camerino. Yo llegué con la cabeza gacha, porque pensaba que si el primer tiempo había sido ese baile, no quería imaginarme el segundo. Pero Pignanelli entró con una calma impresionante. Se desabotonó la camisa y se la quitó. Se sentó, nos vio y nos dijo: `¿Por qué tienen todos esas caras? Empieza un partido nuevo en el segundo tiempo’", relató Vera.
Angelucci agregó: "No permitimos más goles y llegamos a la definición por penales. Antes de ir a los cobros, Pignanelli me dijo que disfrutara, que el trabajo ya estaba hecho, que lo habíamos logrado. Y pasamos. Así era él".
En la selección también hay historias de cómo unas palabras pueden ayudar a torcer una historia. Franklin Lucena recuerda bien el choque contra Ecuador en Puerto La Cruz en el que César Farías pudo enderezar el rumbo en la pasada eliminatoria.
"Estábamos jugando mal y Farías entró muy molesto. Nos dijo que esto no podía ser, que estábamos jugando con nuestra ilusión de ir al Mundial, que teníamos una responsabilidad con el país, y el resto no lo recuerdo bien, no tengo las palabras exactas. Pero fue un regaño impresionante, eso sí lo recuerdo bien. Y el segundo tiempo fue otra cosa", contó.
A otros técnicos no les alcanzó la paciencia para esperar a entrar a los vestuarios. "Cata Roque era fregado", recordó Angelucci. "Una vez en Valera, teníamos que ganar y estábamos empatando 0-0 en el entretiempo. Cata no esperó en el vestuario sino que entró ahí mismo a la cancha y nos empezó a gritar: "¿Cómo no pueden pasar a este borracho? Si este es un botiquín". El jugador era Leo Gonzalez y estaba ahí al lado, entonces se le fue encima al viejo Cata y nos metimos a defenderlo. Salió cortado Laureano Jaimes, creo. Y al final del juego, ¿sabes lo que pasó? Terminaron Leo y Cata abrazados. "Oye vale, Cata nos puso a pelear", nos dijo Leo". Agregó el ex portero: "De Cata tomé el amor por esta profesión. Hacer las cosas con ganas".
Lucena aportó otra historia del reconocido entrenador y su peculiar manera de impulsar al futbolista: "En Táchira, Cata a veces le tiraba piedras cerca a los jugadores que no corrían durante el juego (risas). A mí no me pasó, pero a otros sí. Cada quien tiene su forma".
lunes, 9 de enero de 2012
Con la camiseta que más le gusta
"Me tocó estar tres años fuera de la selección por diferentes razones. La verdad, no quiero repetir eso". Esa sentida frase de Miguel Mea Vitali representa lo que significa la Vinotinto para él.
Entre numerosos cambios de camiseta en su carrera, que ha incluido pasantías en España, Italia, Suiza, Grecia y Argentina, la que siempre ha sido una parte de la vida de "Miky" ha sido la casaca vinotinto. Debutó con la selección de mayores a los 18 años de edad y se acostumbró a ser una pieza fija de las convocatorias hasta que se produjo ese "bache" entre octubre de 2008, cuando Brasil goleó 4-0 a Venezuela, y diciembre de 2011, cuando el seleccionador César Farías volvió a contar con él para el amistoso contra Costa Rica.
Ahora, 2012 ofrece una perspectiva positiva y Mea Vitali aprecia la oportunidad. Farías repitió el llamado del volante para trabajar en Puerto La Cruz y viajar a Estados Unidos para dos juegos de preparación. Un paso más hacia ese posible retorno a la eliminatoria, que en este año será crucial para conocer qué tan cerca puede estar finalmente Venezuela de su sueño mundialista.
Después de esperar, Mea Vitali se anima: "Cada convocatoria te da un mensaje. Lo principal es saber que no debes desaprovecharlo. Yo me tomo cada convocatoria y cada partido con la selección como si fuese el último, porque en la Vinotinto se siente algo distinto. Uno no quiere que esa ocasión sea la última, no quieres que eso llegue".
Enroque con Lucena. El tiempo en el que Mea Vitali estuvo apartado del combinado coincidió con la consolidación de Franklin Lucena como socio de Tomás Rincón. Ahora, ante la lesión de Lucena que lo mantendrá al margen durante buena parte del año, una de las opciones para tomar su vacante es, irónicamente, el jugador al que sustituyó: Mea Vitali. Pero la experiencia de Mea Vitali lo obliga a ser precavido: "El llamado es importante, te deja saber la confianza que tiene César (Farías) en ti, bien sea para el módulo y los dos amistosos, que son contra los dos grandes de Concacaf (Estados Unidos y México) como para lo que puede venir. Será una buena prueba para la eliminatoria".
Entre numerosos cambios de camiseta en su carrera, que ha incluido pasantías en España, Italia, Suiza, Grecia y Argentina, la que siempre ha sido una parte de la vida de "Miky" ha sido la casaca vinotinto. Debutó con la selección de mayores a los 18 años de edad y se acostumbró a ser una pieza fija de las convocatorias hasta que se produjo ese "bache" entre octubre de 2008, cuando Brasil goleó 4-0 a Venezuela, y diciembre de 2011, cuando el seleccionador César Farías volvió a contar con él para el amistoso contra Costa Rica.
Ahora, 2012 ofrece una perspectiva positiva y Mea Vitali aprecia la oportunidad. Farías repitió el llamado del volante para trabajar en Puerto La Cruz y viajar a Estados Unidos para dos juegos de preparación. Un paso más hacia ese posible retorno a la eliminatoria, que en este año será crucial para conocer qué tan cerca puede estar finalmente Venezuela de su sueño mundialista.
Después de esperar, Mea Vitali se anima: "Cada convocatoria te da un mensaje. Lo principal es saber que no debes desaprovecharlo. Yo me tomo cada convocatoria y cada partido con la selección como si fuese el último, porque en la Vinotinto se siente algo distinto. Uno no quiere que esa ocasión sea la última, no quieres que eso llegue".
Enroque con Lucena. El tiempo en el que Mea Vitali estuvo apartado del combinado coincidió con la consolidación de Franklin Lucena como socio de Tomás Rincón. Ahora, ante la lesión de Lucena que lo mantendrá al margen durante buena parte del año, una de las opciones para tomar su vacante es, irónicamente, el jugador al que sustituyó: Mea Vitali. Pero la experiencia de Mea Vitali lo obliga a ser precavido: "El llamado es importante, te deja saber la confianza que tiene César (Farías) en ti, bien sea para el módulo y los dos amistosos, que son contra los dos grandes de Concacaf (Estados Unidos y México) como para lo que puede venir. Será una buena prueba para la eliminatoria".
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