domingo, 14 de julio de 2013

Las tareas de Brasil para el Mundial

Un día después de finalizar la Copa Confederaciones en Río de Janeiro, la directiva de FIFA y el comité organizador local cambiaron la dirección de los focos hacia el Mundial 2014. Sin embargo, pasar la página no sería tan sencillo esta vez.

Por muy incómodo que fuese, era imposible obviar al elefante en la sala: la preocupación que dejaron las manifestaciones contra el gobierno durante el torneo.

Joseph Blatter, presidente de la FIFA, afirmó: "Cuando comenzamos había incertidumbre porque vimos el malestar de la gente, pero estoy feliz por la conclusión del torneo, creo que esa rabia fue cediendo y terminamos con una celebración".
Los demás asumieron la posición más práctica que podían tomar. Jerome Valcke, secretario general de FIFA, dijo: "Durante la Copa Confederaciones fue incómodo pero no fue inseguro y nunca pensamos en cancelar o posponer. El gobierno nos apoyó. No vamos a cerrar los ojos y escuchamos, pero FIFA organiza torneos. Nos preocupa, pero es responsabilidad de Brasil lo que suceda en su país".

Aldo Rebelo, ministro de Deportes, zanjó la polémica así: "Somos un país democrático, se permitieron las protestas, pero los excesos y violencia se enfrentaron como debe ser. Nunca escondimos nuestros defectos, no somos perfectos, somos una nación en construcción".
Y aunque todos los responsables hablaron del tema, lo cierto es que ese malestar de la gente es apenas una de las muchas tareas que debe resolver el país anfitrión en menos de un año para poder tener éxito en su mayor reto organizativo: la Copa del Mundo 2014.

Aciertos y dudas. Las cuantiosas sumas invertidas en construcción y remodelación le permitieron a Brasil exhibir estadios de primer nivel, listos desde ya en su mayoría para las exigentes operaciones de un Mundial. Pero las obras alrededor de los escenarios no mostraron el mismo avance y en muchos casos son necesarias para facilitar el acceso y salida de los miles de aficionados.
El manejo de la gran cantidad de visitantes, la calidad de la atención que se les prestará y la labor que logren completar las autoridades en materia de transporte, incluyendo la ampliación y mejoría de sus terminales terrestres y aéreos, serán la clave para el triunfo brasileño fuera del terreno. En el campo, ya la Copa Confederaciones dio suficientes pistas de lo que Brasil puede lograr el próximo año.

10 aspectos a cuidar

1 Llevar todo a escala. Como expresó el secretario general de FIFA, Jerome Valcke, Brasil requerirá "más de todo", es decir, incrementar lo que hizo en la Copa Confederaciones para poder cumplir con las exigencias de un Mundial, y especialmente uno en un país tan atractivo para el turista. Más vuelos, más funcionarios, más hoteles, más voluntarios. Más de todo.

2 Traslados. Por su vasta extensión, Brasil presentará un reto mayúsculo para sus visitantes en el Mundial. Llegar a 12 sedes será complicado y muy costoso para periodistas y aficionados. Hay pocas aerolíneas, apenas suficientes vuelos para cubrir la demanda local en una época normal y viajar por tierra es difícil, inseguro y toma mucho tiempo.

3 Hotelería. En ciudades como Río de Janeiro o Sao Paulo la oferta es abundante. En sitios menos atractivos, resulta escaso el número de lugares de hospedaje. Este desbalance puede agravar la situación, pues la mayoría intentará ir a las dos principales ciudades, algo que complicará y encarecerá la reserva de hoteles y posadas si no surgen más y mejores alternativas.

4 Seguridad. La Copa Confederaciones puso a prueba a Brasil en este aspecto y el anfitrión cumplió. El cordón de seguridad en los estadios impidió que las manifestaciones afectaran el normal desarrollo de los partidos, y fueron pocas las incomodidades causadas a los aficionados. Pero es de suponer que las protestas serán mayores durante el Mundial.

5 Imagen. De paraíso turístico con una economía en ascenso a país en zozobra con un gobierno en entredicho. Así de brusco fue el cambio de imagen de Brasil durante las dos semanas que duró la Copa Confederaciones debido a las protestas masivas. Un Mundial es una vitrina aún mayor y para recuperar prestigio, el país organizador no puede fallar.

6 Servicios. En este aspecto, Brasil pareció subestimar la exigencia del evento. En la Copa Confederaciones fueron insuficientes los servicios de asistencia al aficionado; en el Mundial no pueden darse ese lujo. En cada aeropuerto, estación de trenes o buses, plaza importante y centro de entrenamiento, debe haber personal, al menos bilingüe, que asista al visitante.

7 Espacios públicos. La iniciativa de los Fan Fest, que tanto éxito tuvo en Alemania y luego en Suráfrica, se repetirá en Brasil. Sin embargo, con la esperada asistencia masiva de turistas y aficionados al fútbol que no tendrán entradas, pero disfrutarán en estos lugares con pantallas gigantes, los esfuerzos deberán multiplicarse para satisfacer las necesidades y garantizar la seguridad.

8 Especulación. Brasil no es un destino económico, en especial Río de Janeiro, y la experiencia en la Copa Confederaciones confirmó que los costos aumentarán aún más en un año. "Probablemente se duplicarán", afirmó un empleado de hotel en Río sobre los costos de hospedaje para el Mundial. En Suráfrica esto ocasionó problemas al no ser controlado; Brasil puede tomar consejos.

9 Entrega de entradas. Durante la Copa Confederaciones, el comité organizador local asumió que cada aficionado estaría mucho tiempo en cada ciudad: advertía que las entradas debían recogerse días antes y no el día del partido. En un Mundial, con la gran cantidad de visitantes y su movilidad entre sedes, la solución es otra: un procedimiento a gran escala, rápido y eficaz.

10 Logística en los estadios. Hasta la FIFA admitió inconvenientes en la salida de los aficionados de los estadios al concluir algunos partidos. Con mayoría de público brasileño, en la Copa Confederaciones esto no fue un problema. Pero imaginen en un año un Inglaterra-Argentina, con miles de aficionados apretujados en una pasarela tratando de llegar a la estación de metro.


lunes, 1 de julio de 2013

O Rei Neymar

Que Neymar se consagrara y Brasil regresara a la élite mundial era el sueño del país anfitrión. Uno muy ambicioso al tener como rival al reciente dominador del fútbol universal. Anoche, sin embargo, el sueño se cumplió y se vio superado con creces en Río de Janeiro ante una España que claudicó temprano debido a la avasallante demostración del rival en una goleada 3-0 para la historia.
Hace dos semanas había dudas. Debía ser el torneo de Brasil, el momento de Neymar, pero no había confianza y en cambio sí un gran obstáculo: España, la gran favorita, campeona de Europa y el planeta. El camino a la final mostró el auge brasileño pero ayer, con una velocidad desconcertante como la que abrumó a la Roja, los anfitriones apartaron las sombras y se llenaron de certezas en el mejor momento para así poder revivir viejas glorias en el Maracaná y devolver al estadio y a esta selección al sitio que siempre sintió suyo: la cima del fútbol.

Fue la noche de Neymar, que ahora llegará a la liga española con unas credenciales para respetar todavía más. También de Fred, que a fuerza de goles convierte a críticos en creyentes. Y fue la noche del orgullo para el resto de los brasileños que ven en este deporte su razón de ser.
Con protestas en las calles y problemas logísticos que ponen en alerta a los organizadores para el próximo año, parecía que la Copa Confederaciones podía ser una pesadilla para Brasil. Pero el fútbol genera emociones tan grandes, que un país molesto por muchas razones encontró un solo motivo para unirlos en una gran fiesta.

Así fue la noche en Río de Janeiro y en todo Brasil: una gran celebración desde que comenzó el encuentro. No había terminado de cantar el Maracaná el himno a todo pulmón con más de 73.000 intérpretes, cuando la misma energía que parecía emanar de las gradas empujó a España contra su arco en el campo.
Fue la electricidad que convirtió la pierna de Fred en un resorte que se disparó apenas tocar el suelo y sorprendió a Iker Casillas en un balón aparentemente perdido. Y de pronto Fred se la devolvió al público con un abrazo estremecedor en la parte baja de la tribuna principal, junto con sus compañeros, todos mezclados entre los afortunados fanáticos. Pareció una escena de otros tiempos. Había una conexión con el público y Fred la materializó, la hizo física.