Mucho ha sucedido desde que Caracas venció a Zamora en el cierre del torneo Apertura, el 12 de diciembre. En esa jornada final, Caracas llegaba sin oportunidad matemática de disputar el título con Táchira, Real Esppor y Petare. Un triunfo de los rojos sobre los llaneros mejoró la posición final, al quedar apenas a un punto del campeón Táchira. Pero ya el cambio de rumbo había sido decidido. Dos días antes de ese juego, Caracas había dicho adiós a cinco jugadores, entre ellos José Manuel Rey, "Pájaro" Vera y Darío Figueroa. Caracas decidía acelerar el proceso de cambio, el técnico Ceferino Bencomo tenía la convicción de poder salir adelante con una nómina rejuvenecida y asumiría los riesgos de tan difícil transición, sin un título que garantizara, en ese momento, la presencia en una nueva Copa Libertadores.
Zamora, entre tanto, terminaba un semestre de contradicciones. Su Apertura había sido para el olvido, al finalizar penúltimo en la tabla, pero en la Copa Venezuela llegó a la final. En el campo y en las oficinas, también había extremos: el equipo exhibía potencial, agradaba con el fútbol que intentaba plasmar, mientras que las deudas en la organización crecían y todo apuntaba a la renuncia de "Chuy" Vera como técnico y la salida de varias figuras.
El Clausura, para Caracas y Zamora, parecía presentar más dudas que certezas. Y así comenzaron, con empates y derrotas que hacían presagiar complicaciones. Pero después de tanto intentar, encontraron su fútbol y no lo soltaron. Ese pasado se conecta con el presente a través de dos grandes rachas: 9 victorias para Caracas y 8 para Zamora.
Los rojos encontraron la confianza en una Copa Libertadores que probó que esta versión renovada podía conseguir éxitos en poco tiempo. El pase a octavos de final se esfumó en el último partido, toda una lástima después de esos dos grandes triunfos en Chile.
Ahora, el título del Clausura también está a la mano en el último encuentro. Lograrlo o no dejará una marca, pero no será la evaluación de este Caracas, que ya pasó con excelentes notas un semestre difícil. Zamora, por su parte, confirmó con este torneo que la ruta que había trazado Vera era la correcta, que su filosofía de juego no era sólo para agradar a la grada por un rato, sino una manera válida de obtener resultados. Su estilo enamoró al aficionado de Barinas y al que, fuera de esa ciudad, también quisiera ver más de ese fútbol en otros escenarios. El mayor premio a ese esfuerzo, realizado a pesar de las deudas, sería un título. Pero, al igual que Caracas, no será esa su única huella. Su fútbol será recordado por encima del rótulo de campeón o subcampeón, aunque la historia tienda a ser ingrata con quien no levantó el trofeo. El presente de ambos conjuntos permitirá ver una final, aunque oficialmente no lo sea, pero es que el calendario se hizo con una curiosa y azarosa puntería. No hay dos mejores equipos en este momento en el país.
Las líneas sobre el futuro bien podrían quedar en blanco o ser llenadas con interrogantes. Pero Caracas y Zamora, tan iguales como están en rendimiento, rachas y hasta saldo de goles, sí parecen destinados a tomar caminos diferentes después de hoy.
El cuerpo técnico del Caracas afirma que si no es este Clausura, muchos otros títulos vendrán para este grupo, incluso si no están Angelo Peña, Alexander González o Luis Cabezas, por nombrar a algunos que podrían encontrar destinos atractivos. Zamora, en cambio, logró retardar la salida de figuras clave como Vera o Jesús Meza. Que la filosofía y los éxitos en el llano continúen, dependerá en gran medida de aquellos que están en las oficinas y no de quienes han sacado la cara en el campo.
(Columna escrita para la edición 15/5 de El Nacional)
domingo, 15 de mayo de 2011
Pasado, presente y futuro
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