Los problemas de Atlético Venezuela y Caroní durante la temporada ya rayaban en lo absurdo. Y el hecho de que ayer los técnicos de ambos equipos no pudieran viajar para dirigir los compromisos de sus conjuntos, es de algún modo un colofón adecuado a esta saga increíble del fútbol venezolano, todo un homenaje al amateurismo que en alguna época reinó en la liga.
Edson Rodríguez, estratega del Atlético Venezuela, no pudo viajar ayer a Barinas por esperar la “cola” del preparador físico, que a última hora tuvo un inconveniente familiar. Del Valle Rojas, entrenador del Caroní, pensaba viajar en un autobús con un grupo a El Vigía, pero el vehículo tenía problemas y decidió quedarse en lugar de tomar la alternativa de otros: un traslado particular. “No podía aguantar ese trajín”, dijo.
Los dos, a su manera, dijeron “basta”. Les ha tocado la imposible tarea de mantener a flote a estos equipos, que terminaron la temporada como caricaturas de lo que debe ser un conjunto profesional.
Sus relatos ejemplifican lo difícil e insostenible que resultaba la situación en este tramo final. Y aún queda una jornada más de tortura.
Ni tan Atlético. Edson Rodríguez se nota emocionalmente afectado al hablar del tema. “Menos mal que está la prensa para poder desahogarnos, porque la gente no sabe lo que uno vive aquí”, dijo.
El club ha mantenido una deuda de muchos meses con sus jugadores, que tuvieron que encontrar formas de subsistir.
“Varias veces tuve que cambiar la convocatoria, porque es cierto que los jugadores buscaban otras maneras de ganar dinero. Una vez un jugador me pidió que no lo usara, porque había conseguido hacer un traslado a un pasajero que le iba a pagar bien. Y ocurrió con otros que tenían compromisos para ganar algo y a veces no podían entrenarse. Así no se puede avanzar”, relató Rodríguez.
“En los partidos, muchos sufrían calambres por mala alimentacion, los vi compartiendo arroz porque no tenían más nada que comer. Yo ayudé lo más que pude, de verdad. Pero la hemos pasado muy feo”, dijo con consternación evidente.
Rodríguez, como jugador, vivió épocas en las que el jugador no era reconocido como un profesional a cabalidad, y debía conseguir otros trabajos. Pero desde que los salarios aumentaron y la actividad mejoró en popularidad, casos como el de Atlético Venezuela eran la excepción. Hasta que este equipo y el Caroní se unieron para superar casi todo lo anterior.
“Esto es un retroceso, sin duda. Cuando estuve en el Galicia, recuerdo que tuve que empezar también a trabajar como entrenador de niños y buscar otros empleos, por necesidad. Esto es volver a esa etapa, a esos momentos ingratos”, aseguró.
Como técnico, su misión se convierte en algo imposible cuando ve que sus jugadores rabian al saber que, después de tanto esperar, su cheque “rebotó” por falta de fondos.
“Es inútil. Ya intenté todo para motivarlos, no sé que más decirles. Sólo podía pedirles al final que lo hiciéramos por nosotros mismos, por no hacer el ridículo. Y lo increíble es que todavía, después de tantas cosas, no estábamos descendidos”, afirmó.
Caroní sin hogar. A Del Valle Rojas le tocó llegar al Caroní cuando su historia ya era un absurdo total. El equipo comenzó en Puerto Ordaz, debió mudarse a Maracaibo y cambiar buena parte de la nómina para conseguir allá el dinero para continuar, y un conflicto entre la directiva antigua y la reciente, forzó el retorno a Puerto Ordaz, sin el nuevo capital y promesas incumplidas en su “nueva-vieja” casa.
“El equipo ya venía con problemas y creo que hacerlo volver a Puerto Ordaz fue un error. Ya estaban armados en Maracaibo y hacer ese cambio fue lo peor, porque originó más problemas. Han debido dejarlos terminar allá. Fue un gran pelón”, dijo Rojas.
“Yo pensé que podía hacerse algo, pero una vez aquí me vi metido en el candelero. Los extranjeros no querían viajar, muchos otros jugadores dijeron lo mismo ahora y se tuvo que completar el equipo con juveniles para esta fecha, sólo porque estaban cerca del lugar. Es todo un asunto de costos”, explicó.
“Es bastante incómodo trabajar así, porque poco puedo hacer. Los jugadores están molestos, no querían practicar porque esa es su manera de reclamar los pagos que no les han hecho y por eso no se pudo hacer más en lo futbolístico. Están peleando su dinero y ya no le creen a la directiva. La comida y el hospedaje creo que sí se ha solucionado de manera normal, pero los jugadores se quejan. Por eso digo lo de la mudanza a Puerto Ordaz, porque varios dicen que los trajeron engañados”, afirmó.
“Ya no tenía nada que decirles, ¿qué se podía hacer? Pasamos semanas en las que se practicaba poco o nada por los reclamos, es un problema grave y uno como DT ya no encuentra la forma de trabajar o animarlos”, dijo.
El futuro. Rodríguez y Rojas creen que después de este suplicio algo bueno debe venir. Rojas, comprometido ya para dirigir al Caroní en segunda división, expresó: “Lo único que queda es pensar en poder organizar bien al equipo y la directiva para que Caroní pueda hacer una buena campaña en segunda”.
Rodríguez destaca lo único que le parece positivo: “Espero que muchos equipos se fijen en estos jugadores, porque valen. Si yo voy a otro equipo, te aseguro que a muchos de ellos los tendré en cuenta, porque son buenos jugadores a pesar de toda esta situación, que espero no se vuelva a dar nunca”.
(Nota escrita para la edición 9/5 de El Nacional)