Al final, no hubo conflicto entre un criterio y otro. La Liga de Campeones creció y creció en todo sentido hasta convertirse en un símbolo de la excelencia deportiva, un evento que atrapa la atención del mundo entero, sobre todo cuando llega a sus instancias decisivas. Sin tener la relevancia ni despertar las pasiones que logra una final de la Copa del Mundo, al menos se acerca mucho en cuanto a la expectativa que genera y la atención que recibe en todos los rincones del planeta.
El partido de ayer en Wembley fue otro buen ejemplo. La final de la Liga de Campeones fue observada en vivo en más de 200 países, y un estudio reveló que fue la más exitosa de la historia de la competencia en términos económicos, tanto en ingresos para los finalistas (casi 400 millones de dólares entre los dos), como para Londres, que recibió más de 100 millones de dólares en ingresos durante los días de preparación y del partido.
Por supuesto, este encuentro se benefició también de la fama y calidad de sus participantes. “La final de la década”, se atrevió a calificarla Alex Ferguson, entrenador del Manchester United, sin problemas.
“No sé si de la década, pero sí sé que era la final soñada por muchos aficionados”, dijo Víctor Valdés, portero del Barcelona.
Y tenía razones para ser la final soñada. En los últimos cinco años, estos dos equipos han sido los reyes de Europa y han influido en la evolución del otro.
Tras la derrota en la semifinal de 2008 contra Manchester United, Barcelona comenzó un nuevo proceso con Josep Guardiola, que alcanzó su punto máximo apenas en la primera temporada al derrotar a los “diablos rojos” en la final de Roma de 2009.
Para los ingleses, el azulgrana también era un rival significativo. Ferguson consiguió su primer trofeo europeo con este club en 1991 contra Barcelona. Fue la ya desaparecida Recopa de la UEFA. Y en los últimos años, si todos recuerdan al cuadro catalán como el ejemplo del éxito y el buen fútbol, se debe también a ese resultado en Roma y a la partida de Cristiano Ronaldo al Real Madrid, precisamente un movimiento que realizó el presidente merengue, Florentino Pérez, para intentar frenar al equipo de Guardiola. De lo contrario, de haberse titulado en el estadio Olímpico, Manchester United podría haber prevalecido en muchas encuestas sobre el mejor equipo del mundo en los últimos años.
Y por el camino que siguen los dos equipos, esta pelea podría prolongarse por varias temporadas más. Aunque Barcelona tenga a jugadores que puedan empezar a declinar en su forma en las próximas campañas debido a su edad, la cantera sigue produciendo talentos para reemplazarlos. Y si hace falta algún fichaje importante, lo hará. Quizás la única duda es si estará Guardiola un tiempo más para mantener la dinastía.
Manchester United tendría una interrogante similar con Ferguson, aunque el escocés no quiere retirarse todavía. Pero en su plantel queda talento para rato. En una temporada de aparente transición, con jóvenes en ascenso y fichajes que debían madurar (Chicharito Hernández, por ejemplo), el éxito llegó de inmediato en lo individual y colectivo.
Real Madrid volverá a atacar, Milan quiere reforzarse, Chelsea y Arsenal nunca desisten. Pero el año que viene, Barcelona y Manchester United serán de nuevo los enemigos a vencer.
(Columna escrita para la edición 29/5 de El Nacional)