Su última pregunta, en tono muy jovial, nada tenía que ver ya con la seguridad de las fronteras: “¿Y cuál de los dos quiere usted que gane?”.
Esa última interrogante se podría repetir en cada rincón de Londres sin conseguir necesariamente una respuesta. Manchester United, después de todo, es acérrimo enemigo de varios de los clubes londinenses, como Chelsea y Arsenal. Y Barcelona, aunque sea de España, despierta admiración entre los aficionados del mundo e Inglaterra no es la excepción.
En las calles, durante un recorrido por varias zonas, se pudo ver que la final genera gran expectativa (especialmente en la venta de souvenirs) a pesar de que la mayoría de los aficionados que la verán (provenientes de Manchester y Barcelona) no ha llegado aún, pues se espera que se trasladen entre hoy y el sábado, día del partido.
En Piccadilly Circus, empezaron a aparecer las camisetas azulgranas y rojas. Un aviso de una marca deportiva presenta al balón de la final como “la estrella de Londres” en el ventanal de una tienda. De allí salió un niño y sacó precisamente esa pelota de la bolsa para mostrársela a sus amigos con emoción. En la ventana de al lado, otra marca, patrocinante de los dos finalistas, los exhibe con una leyenda curiosa: “La gloria es nuestra”. Adentro, las camisetas de Wayne Rooney y Lionel Messi desaparecían de los estantes, sin importar la talla. En Londres, cada quien espera la final a su manera, pero con gran emoción.
Sin cenizas. Barcelona viajó apresurado el martes en la noche para evitar contratiempos por la nube de ceniza volcánica proveniente de Islandia, y por esa razón llegó a la sede del partido antes que Manchester United. Los catalanes trabajarán a puerta cerrada hasta el viernes, cuando practicarán en Wembley. Pero el tema que todavía captura la atención de Londres es el rumor de infidelidad del galés del United, Ryan Giggs, como lo reflejan sus diarios sensacionalistas.
(Nota escrita para la edición 26/5 de El Nacional)