En medio de la discusión actual sobre el rendimiento de la Vinotinto, Ricardo David Páez expresó el viernes una queja en su cuenta de Twitter. “¿Qué es identidad? Es aquello que teníamos y que tanto criticaban”, dijo el volante, en alusión a la era de su padre, Richard Páez, al frente del combinado.
Con el perdón de Ricardo David, hay dos puntos para estar en desacuerdo. Primero, la identidad que Páez le dio a la selección fue precisamente lo que siempre se alabó del trabajo del técnico. Y segundo, el concepto de identidad puede ser algo más amplio que solo una forma de jugar.
Cierto, la Vinotinto de Páez tuvo identidad. Y aparte de su estilo de juego, se creó un cambio de mentalidad en el jugador. Esos cambios, además, se prolongaron en un vínculo antes inexistente con el público.
El estilo de juego de Páez caló, gustó y fue la clave de su éxito, pero en un período sufrió cierto estancamiento táctico, y aquí es donde quizás esté realmente el reclamo de Ricardo David a la prensa, que sí pidió alternativas a esa situación. De ahí a pensar que se debía renunciar a lo que se venía haciendo, hay una gran diferencia.
Por ejemplo, Barcelona tiene una identidad clara, que a través de los años se ha expresado con diferentes técnicos y dibujos tácticos. No obstante, los principios son los mismos.
Pep Guardiola produjo el cambio táctico más importante de su ciclo justo antes del clásico contra Real Madrid en mayo de 2009. Lionel Messi dejó su habitual puesto como extremo derecho para jugar como falso centro delantero. Y el argentino ha sido todavía más difícil de parar desde entonces. El equipo nunca dejó de ser fiel a su estilo, como tampoco lo hace ahora cuando en ocasiones usa tres centrales o pone a Busquets como un líbero que se mueve en dos líneas distintas. Son simples modificaciones tácticas para hallar una solución.
El propio Páez, antes de la Copa América 2007, intentó encontrar un volante que le permitiera pisar el área rival con un jugador más y ayudara al “Pájaro” Vera al regresar. No pudo hallar a la persona indicada y decidió seguir con su dibujo tradicional y Miguel Mea Vitali como socio de Vera.
Esa mejoría táctica era necesaria, no un cambio de estilo y menos de identidad. Porque precisamente, si hubo alguna petición a Rafael Esquivel y la FVF cuando buscaron un sucesor fue que contaran con alguien que mantuviera esa idea de juego y mejorara a la selección a partir de esa fortaleza.
Sin embargo, César Farías decidió tomar otro camino al asumir el cargo. Siendo un crítico de Páez, el hoy seleccionador enfatizó la necesidad de adaptar al jugador a varios sistemas tácticos y situaciones de juego. Pero ningún equipo puede tener tantas personalidades o ser tan camaleónico, sin perder enfoque, menos si se cambia de esquemas y de nombres con la frecuencia que lo hace Venezuela.
Pedir la cabeza del técnico no tiene sentido a estas alturas. Pero sí tiene sentido pedirle que defina una idea de juego, más allá del dibujo, y haga que los jugadores la entiendan, se familiaricen y la cumplan, aunque sea distinta a la de Páez.
Farías ha querido darle una identidad al jugador, un espíritu guerrero. En sus mejores momentos de la eliminatoria, la selección tuvo efectividad en las dos áreas. Pero sin un manual claro, no hay garantías de poder repetir eso. Por eso, al querer hablar sobre una idea de juego, quedan preguntas al aire.
Farías se impuso una reflexión después de caer en Argentina. La necesidad de ese análisis no la debe dar esta goleada ni debería borrarse con marcadores positivos contra Jamaica y/o México. Porque entonces se corre el riesgo de creer que esto depende del resultado con el que se mire.
(Columna escrita para la edición 20/3 de El Nacional)
domingo, 20 de marzo de 2011
Entre quejas y reflexiones
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