Se estima que más de un millón de personas se congregaron ayer en la plaza Tahrir, en el centro de El Cairo, para continuar las protestas contra el presidente Hosni Mubarak. Mientras tanto, Jesús Gómez se encontraba en la habitación de un hotel pensando si tendrá que cancelar el vuelo que llevaría a su esposa a Egipto este fin de semana.
“Si la cosa sigue así, cancelaremos el vuelo y luego veremos”, afirmó el volante ofensivo, vía telefónica. Durante los últimos días, Gómez no ha podido conocer con exactitud la gravedad del conflicto en Egipto, el país al que llegó a jugar hace apenas un mes. No hay posibilidad de informarse por la televisión, y el gobierno cortó las comunicaciones por teléfono y el acceso a internet.
Gracias a un móvil con línea internacional de uno de los directivos del Wadi Degla, el club que lo contrató, pudo llamar a su esposa. Cuando su club decidió retirarlo de la casa donde estaba, pudo empezar a recibir llamadas en el hotel, uno de los pocos lugares que tiene ese privilegio.
“A unos cinco minutos de mi casa, saquearon un centro comercial, por eso los directivos fueron a buscarme. Los primeros días no me enteré de nada. He sabido más por las conversaciones con mi esposa, que por la gente de aquí. Creo que no me quieren alarmar, por eso no me comentan mucho. Me han dicho que los enfrentamientos cesaron, que no hay más muertos ni heridos, sólo gente reuniéndose para protestar. Yo les pido que sean sinceros, porque quizás no me dicen más para que no me vaya”, contó Gómez.
Su contacto con el exterior es escaso. “Es difícil estar así. Me la paso jugando en la computadora, porque ni siquiera hay internet, o escuchando música. Bueno, de hecho, me acabo de despertar”, dijo “Pulga”, cuando el reloj marcaba las 3:45 de la tarde en Egipto.
“En las tardes, mi agente me viene a buscar y damos algunas vueltas, así es que he visto algo de lo que está pasando. No hay policías en las calles y decretaron toque de queda, pero la gente no le para e igual sale. He visto muchas personas con palos y cuchillos frente a sus casas para que no las roben. También tienen controles de vehículos en sus zonas, detienen carros a ver si traen cosas robadas. A nosotros nos pararon”, dijo.
“Lo más impresionante que vi fue un hombre que no aceptó que le revisaran su carro y cuando arrancó, la gente lo persiguió y le partieron todos los vidrios. Aquí dicen que es el gobierno el que manda a robar para forzar a la gente a quedarse en sus casas y no salir a protestar”, relató.
Gómez ha tratado de mantener la calma en medio de esta crisis: “Lo único parecido que recuerdo fue aquel supuesto golpe en Venezuela (11 de abril de 2002). Pero aquí van más de 100 muertos. Aunque ahora veo la cosa más calmada cuando salgo”.
El volante, que además se encuentra lesionado, espera no tener que abandonar Egipto: “Aquí bromean y dicen que yo fui el que trajo la pava, porque desde que llegué detonaron una bomba (en Alejandría) y ahora esto. No ha sido el mejor inicio, ojalá todo se calme”.
Sin poder hacer terapia. Gómez debutó en enero con el Wadi Degla, pero en los siete minutos que jugó agravó una lesión muscular que tenía. “No he podido hacer terapia. Lo bueno es que cuando reanuden la liga, ya estaré bien y no me habré perdido ningún juego”, dijo con humor.
(Nota escrita para la edición 2/2 de El Nacional)