sábado, 25 de septiembre de 2010

El Cairo se vistió de vinotinto hace exactamente un año


“Ese día me sentí muy motivado. Me llamó mi mamá, me dijo “suerte hijo. Aunque no esté contigo en Egipto estaré en espíritu. Si anotas un gol imagina que estoy en la grada y lo celebras”. Y así lo hice, por eso fui a la tribuna donde estaban los fanáticos venezolanos”. Así recuerda Yonathan Del Valle el primer partido de Venezuela en un Mundial de fútbol, con la alegría de haber sido el autor del tanto que le dio a la Vinotinto Sub 20 el triunfo 1-0 contra Nigeria ese día.
Ocurrió hace un año exactamente. En el estadio Al Salam de El Cairo, con dos entusiastas barras venezolanas ubicadas en la tribuna principal y en la grada popular, Venezuela debutó de la mejor manera posible en el Mundial Sub 20 Egipto 2009. Para el país fue el comienzo de un camino, pues la historia mantendrá ese instante como una referencia obligada. Para los 21 jugadores de ese conjunto (más el lesionado Francisco Fajardo), aquel 25 de septiembre fue mucho más.
“Fue una experiencia inolvidable, que va más allá de lo deportivo. Por todo lo que pasamos antes en el Suramericano, la convivencia, las dificultades. Por estar en Egipto, conocer ese país y saber lo que es jugar un Mundial. Fue una experiencia de vida”, afirmó Rafael Romo, portero y uno de los héroes de esa selección.
“Fue algo muy bonito, que nos dejó marcados. Ahora la meta es ir a un Mundial de mayores”, dijo Angelo Peña, el cerebro de aquella escuadra.

El gol que un país gritó
Para Del Valle, la sensación de aquel tanto, que marcó al minuto 45 tras un servicio de Peña en tiro libre, no se ha desvanecido. “Fue algo grandísimo. Es el gol más importante que he marcado porque fui el primer venezolano que lo hizo en un Mundial”, aseveró.
El delantero tendría tres festejos más durante el torneo, todos contra Tahití, y finalizó igualado como goleador del equipo con su compañero Salomón Rondón, con cuatro tantos en Egipto. Allá tuvo también un reencuentro con su madre, que logró viajar luego para acompañarlo al recuperar su salud.
Todavía hoy, Del Valle recuerda su alegría y disfruta al pensar que también la vivió el país entero con él. “Pasó demasiado rápido este año. Ese fue en realidad el primer objetivo nada más. Pero de verdad me sentí muy contento por lo que hicimos. Aquel momento fue el mejor para mí y espero que el país lo haya disfrutado como lo disfrutamos nosotros”, dijo.

Nervios y risas
“Minutos antes de salir al campo, se veía a un grupo muy unido”, recordó Romo. “Cuando entramos al túnel sentí un gran felicidad, me reía. Son esos grandes momentos que uno tiene en su vida”, relató Peña, que como el resto de sus amigos atesoró el momento del himno nacional como uno de los más emocionantes de la aventura en Egipto.
“Días antes de comenzar el torneo, no podía dormir por la ansiedad, como nos pasó en Puerto La Cruz antes de conseguir la clasificación. Pero una vez que empezó el Mundial, estuve más tranquilo que en el Suramericano”, contó Romo.
“Sabíamos que enfrentar a Nigeria era difícil, pero ya en el Suramericano nos había tocado contra Brasil y Argentina. Sabíamos que podíamos”, aseguró Peña. Romo apreció el instante de soltar la tensión: “El festejo de ese triunfo fue corto, porque de inmediato teníamos que pensar en vencer a Tahití. Lo que más nos alegró fue poder debutar de esa manera. Al llegar al hotel nos dieron 15 minutos para estar con nuestras familias, que no las veíamos desde que salimos de Venezuela semanas atrás”.
Para Peña, entre tanta alegría, sí quedó un pesar: “Desde entonces recuerdo muchas cosas, pero lo que sí lamento es saber que pudimos haber llegados más lejos que los octavos de final. Podríamos haber estado entre los cuatro mejores”.
Esa ambición se mantiene en un grupo que todavía lucha por abrirse camino dentro y fuera del país, ahora por separado. La intención de ellos es que pronto la historia también los recuerde como parte de un siguiente y más esperado Mundial. ¿Brasil 2014?

Los objetos del recuerdo
Las imágenes en su memoria no son los únicos recuerdos que guardaron los miembros de la selección Sub 20. “Yo guardé los tacos (zapatos) con los que hice ese primer gol contra Nigeria. Los tengo en la casa de mi familia en Valencia. También tengo la camiseta de ese juego”, contó Del Valle.
Peña acumuló aún más artículos: “Guardé las camisetas de todos los partidos, el short del debut y una franela de Jesús que tenía ese día. También tengo la foto de ese primer once y la de la visita a las pirámides que hicimos con todo el grupo. Esas dos las mandé a enmarcar”.
Rafael Romo compartió con uno de sus mejores amigos de Turén y de la selección: “Tengo una franela que cambié con (Henri) Pernía en el Mundial. Guardé un par de guantes que usé en varios de los partidos en Egipto. Es una costumbre, porque también tengo los guantes con los que paré aquel penal contra Colombia en el Suramericano”.

Un año no tan feliz
Cuando la Sub 20 viajó a Egipto, seis de sus integrantes ya militaban en clubes del exterior. Después de una actuación destacada que los llevó hasta los octavos de final, era lógico pensar en un aumento de esa cuota. Hoy el número se mantiene en seis. También se esperaba el auge de muchos otros en la liga local. Este aniversario, como balance, obliga a ser menos optimista. Entre todos, Salomón Rondón destaca como el alumno más aventajado, mientras que a muchos otros habrá que darles un plazo de espera para que terminen de adaptarse a sus ligas (Peña en Portugal, Velázquez en España, Romo en Italia, por ejemplo) o ligar que encuentren un mejor lugar para desarrollarse.
(Nota escrita para la edición 25/9 de El Nacional)