domingo, 24 de abril de 2011

Con el fresco recuerdo del UAM

Hoy, sus aficionados intentan revivirlo. Unión Atlético Maracaibo marcó una época entre 2003 y 2008, incluyendo una estrella y cinco títulos de torneos, tres de ellos consecutivos. Y aunque el conjunto quedó marginado de la actividad, luego de ser relegado y no reconocer deudas con jugadores que terminaron en reclamos en la FIFA, muchos de los que hicieron grande al UAM guardan bonitos recuerdos de su paso por el club. "Ojalá volvieran esos tiempos", dijo en broma Cristian Cásseres, aunque con un dejo de nostalgia.
Así que luego de una práctica del Real Esppor, a Cásseres, Darío Figueroa y Rafael Castellín se les extendió eso: una invitación al recuerdo.

­- ¿Qué es lo que más aprecian de aquella etapa en el Maracaibo?

DF: Los momentos lindos, los campeonatos que se ganaron ahí. Se había armado un grupo bárbaro y esa continuidad hizo que tuviésemos varios años de éxitos. Estábamos en una ciudad en la que nos sentíamos a gusto y el crecimiento de la fanaticada hizo que el equipo trascendiera. En su momento, mientras estuvo activo, el UAM fue considerado un grande.

RC: Fue una etapa muy buena para mí, porque hice una gran amistad con gente como Darío o el profe Carlos Maldonado y el "Lobo" Caraballo, que fueron quienes me llevaron. Quedaron momentos bonitos, el título que ganamos en diciembre, la manera de festejar, el trato de la afición y también los encuentros de Copa Libertadores que jugamos fueron muy emocionantes. Todo eso me queda para el recuerdo. Ojalá vuelva a existir un equipo así, con un presidente como (Gian Carlo) Di Martino, quedé muy agradecido con él. Además, la afición allá creció. Claro, fue con entrada gratis, pero luego se valoró ese apoyo.

CC: Se dieron cosas muy importantes: tantos títulos en poco tiempo, la afición, la ciudad. Yo pensé durante un tiempo en quedarme a vivir allá. También la gran persona que era Di Martino, como dice "Castelo". Él se entregó al equipo y a la ciudad. No sólo estaba dedicado al fútbol, sino que te podía ayudar en cualquier cosa que necesitaras. Fue importante para todos, ojalá hubiese cinco personas más como él en el país, porque el fútbol estaría en otro nivel. La gente piensa que los jugadores fuimos solo por la plata, pero la verdad es que también deben ver que así como uno pone esmero porque quiere ganar partidos y títulos, también lo hace porque espera ganar cierto dinero en eso. Es lamentable que el equipo haya desaparecido, porque incluso después de haberme ido, me habría gustado que siguiera existiendo. UAM tenía una cancha propia, La Granja, y eso es algo que muchos no tienen. Petare o Esppor, por ejemplo, deben trabajar en canchas públicas. En Venezuela se sufre mucho para tener las cosas y luego las perdemos muy pronto.

- ­A Di Martino se le conoció por ser un apasionado por el fútbol, tanto que se fracturó jugando una vez. ¿Cómo era el trato con ustedes?

CC: Di Martino era así, todos los días jugaba fútbol. En las noches, armaba partidos con el cuerpo técnico y sus amigos. Cuando se fracturó el tobillo fue jugando contra la selección Sub 17. Siempre estuvo entregado al fútbol.

DF: Es muy humano, ama el fútbol. También ayudó a que se valorizara el trabajo de los futbolistas.

­- Por esa razón también se le culpó luego de "inflar" los sueldos

DF: Bueno, muchos se quejaron porque parecía que pagaba sueldos exorbitantes, pero lo que pasa es que en ese momento fue cuando el jugador empezó a poder vivir realmente del fútbol. Antes no creo que se podía. Sé que muchos lo criticaron, pero hizo bien, porque esto es un trabajo y si te dedicas a esto, te debe alcanzar para vivir y para poder ir creando un futuro para ti y eso lo dejó también él.

­- Tenía por costumbre ofrecer premios sorpresa en algunos partidos. ¿Recuerdan alguno en especial?

RC: En México contra Pumas. Fue especial para mí porque además anoté un gol y se ganó. Antes del partido bajó al camerino, dio palabras de motivación y dijo: "Tienen tanto por ganar hoy". Esa era una manera de motivar que tenía.

- ­¿Alguna cantidad que se pueda mencionar?

RC: No me acuerdo.

DF: (risas) Yo tampoco.

CC: Pero no era el único, otros equipos también lo hacen. Di Martino lo hacía en partidos clave. En San Cristóbal lo hizo para ganar un título. A veces eran 2 o 3 millones (miles de bolívares fuertes) más para cada uno por ganar un partido. Y ojo, está bien, muchos dicen que cobrábamos buenos sueldos, pero también es que había muchos jugadores importantes. Yo venía de jugar en México, y a jugadores así, hoy en día, en otros equipos los valoran igual.

RC: El premio por el juego ese del título en San Cristóbal, creo que fueron 10 palos.

DF: Ese día ganamos el campeonato, tres fechas antes de terminar. Es que ese chiste siempre le salía mal a Di Martino, porque bajaba y ofrecía el premio y nosotros ganábamos, así que tenía que pagar. Pero era parte de sus ganas de motivar.

CC: Era su manera de vivir el fútbol. A la selección también la ayudó. En Maracaibo una vez, no se iba a jugar por un dinero que debían y él dio la cara.

DF: Contra Colombia (marzo de 2006). Iba a ser un grave problema si no jugaban ese partido.

CC: Él era el dueño del Maracaibo, no tenía nada que ver con la FVF. Y cumplió.

­- También hay un cuento de una camioneta que le regaló a Giancarlo Maldonado como premio. ¿Cómo fue eso?

DF: (risas) No te digo que le salía mal siempre. A Giancarlo le ofreció una camioneta que era propiedad suya si le hacía un gol a Uruguay en la eliminatoria. Y resulta que Giancarlo no tocó la pelota en todo el partido, pero cuando tuvo una la metió en el ángulo. Y Di Martino cumplió con su palabra, le dio la camioneta.

- ­¿No le echaron broma a Giancarlo Maldonado con eso?

DF: A Giancarlo no, a Di Martino sí. Después de eso, todos le decíamos que si hacíamos un gol, nos tenía que regalar un carro (risas) RC: Él era bueno con el grupo, compartía, estaba con uno. Hacíamos parrillas y él venía.

CC: Siempre que hables del Maracaibo con alguien que estuvo ahí, va a recordar cosas como éstas, te va a hablar bien de Di Martino y de Carlos (Maldonado) y de lo bien que la pasamos.

- ­¿Cómo eran esas parrillas?

CC: Eran con la familia.

RC: Esas parrillas nos unieron. Es difícil juntar tantos jugadores de experiencia, pero por cosas así siempre nos llevábamos bien. Era un grupo sano, todos teníamos formas distintas de manejar las cosas, pero por esa unión seguimos ganando. Se cumplieron muchos objetivos.

DF: Es así, no era sólo el dinero.

­- También eran muy unidos a Carlos Maldonado. ¿Se mantienen en contacto con él todavía?

CC: Sí, yo constantemente hablo con él, somos amigos. Mantengo una muy buena relación con él y con Giancarlo también, es casi familiar.

DF: Yo también, hablamos mucho. Hay respeto y admiración hacia alguien que supo llevar muy bien a un grupo. Más allá de lo que ganó como jugador y como entrenador, es un tipo muy sencillo y tranquilo.

­- ¿Quiénes eran los más alegres del grupo?

DF: Lo que pasa es que era un grupo complicado (risas). Eran "Patón" González, Diony Guerra, Gregory Luzardo, "Borolo" Yori. Crearon un ambiente y una alegría importantísima. Eso ayudaba a mantenernos unidos.

CC: Yo también era uno, le echaba broma a todo el mundo.

DF: Eran super conocidos bromistas del fútbol y tener a todos en el mismo equipo no era fácil (risas). Lo recordamos con alegría y hasta nostalgia, eso llevó a una amistad que todavía perdura. Cuando nos enfrentamos hoy en día o cuando nos volvemos a ver, recordamos estas cosas.

­- ¿Se reúnen en ocasiones o se llaman?

DF: Sí. Yo lo hago, sobre todo con los argentinos, aunque no sea tan frecuente. Y aquí en la liga mantengo el contacto con los que siguen jugando. Hay otros que se acercan a los partidos. Cuando estamos en Puerto La Cruz, Diony siempre va a saludar.

- ­ ¿Una característica del equipo?

CC: Como ganábamos los partidos, siempre por un gol y muchas veces remontando. Eso nos motivó luego, porque en todos lados peleábamos y ganábamos. Recuerdo esa etapa en la que pasamos torneo y medio sin perder (27 encuentros, a uno del récord de 28 del Deportivo Portugués).

DF: Ese equipo tenía una gran confianza en el compañero. Uno sentía esa mística, sabíamos que le íbamos a dar vuelta a los partidos, siempre. Eso se reflejaba en la unión del grupo.

- ­¿Dejaron cosas en Maracaibo? ¿Propiedades, negocios, amigos?

CC: Amigos.

DF: Amigos, muchos. Deudas... (risas) ­¿Pero son deudas en las que te deben a ti, no? DF: Sí, claro (risas). Por suerte, yo puedo seguir mirando a la cara a la gente allá.

(Nota escrita para la edición 24/4 de El Nacional)