Las imágenes en video de la Policía Metropolitana agrediendo a los fanáticos del Caracas son la muestra más clara de que la violencia en los estadios alcanzó un punto en el que la Federación Venezolana de Fútbol y los equipos no pueden seguir poniendo “pañitos calientes” a la situación. Las denuncias de los fanáticos deben ser atendidas y esos funcionarios no pueden quedar impunes. Pero todos saben que no se trata solo del capítulo del pasado domingo. Ese incidente no es el origen, es una absurda e irresponsable consecuencia de no haber frenado esto antes.
Cada sector debe reflexionar, empezando por los fanáticos, que han hecho de las gradas un ring de peleas. La semana pasada cuatro equipos fueron sentenciados a cumplir un encuentro a puerta cerrada por los actos vandálicos de sus barras. Caracas, probablemente, será el siguiente. La PM es parte del problema por no saber cómo controlar masas y abusar de su fuerza, pero removerla del estadio no acabará con la violencia. Si fuese así, entonces ¿cómo se explica que en el beisbol también haya personal de seguridad y policías, tantos o más que en el fútbol, y no haya incidentes violentos? El problema empieza en la actitud del que va al estadio a agredir o causar destrozos, bien sea porque quiere robar un trapo del rival, no le gustó un cántico o le frustró una derrota. Y los equipos tienen que controlar eso de inmediato, identificar a los violentos y prohibir su ingreso a los juegos.
La FVF debe ser firme y consecuente con sus normas, a diferencia de lo que hizo el pasado sábado en el Carabobo-Real Esppor, que forzó a jugar en condiciones que su propio delegado rechazó. En todo esto, todavía no se considera la seguridad de jugadores y periodistas. Caracas ha terminado al menos dos partidos en el último año con perdigonazos en el aire mientras estaba el equipo en el campo. La prensa se ha acostumbrado a salir del Olímpico en medio de estos disturbios. Este fin de semana, dos fotógrafos de Líder fueron agredidos en Valencia y en Caracas por fanáticos. Y todavía no se olvida cómo los equipos de dos canales de televisión sufrieron graves daños en San Cristóbal en la última final. Los reclamos pueden venir incluso fuera del fútbol. Por ejemplo, este Caracas-Petare se jugó cuando también había un encuentro de beisbol en el vecino estadio Universitario. Por fortuna, no coincidieron los incidentes violentos con la salida de aquellos fanáticos. Pero ¿qué esperan entonces? ¿Que Tiburones y Leones se nieguen a jugar al mismo tiempo que Caracas y Petare? ¿Que haya un muerto? No hay que engañarse, esto no empezó el domingo y de todos depende que no dure mucho más.
(Columna escrita para la edición 23/11 de El Nacional).