En medio de la confusión, con Alan Liebeskind reclamando todavía al árbitro su expulsión, Andrés Sánchez no parecía agitado. Fue al arco a buscar una botella de agua y allí se quedó junto al poste derecho.
Una vez que Liebeskind dejó el campo y los jugadores empezaron a hablar sobre el evidente problema que tenían al agotarse los tres cambios y quedarse sin portero, Sánchez reaccionó. El central fue a la raya y ahí le entregaron su nueva camiseta naranja con el número 1.
“Fue una decisión personal y consultada con el grupo. Tomé la responsabilidad. Fue una experiencia insólita y espero que única, porque es una responsabilidad más dentro de lo que uno hace. Tenía una mínima idea de cómo portear y en lo poquito que estuve, la supe aprovechar”, relató Sánchez al concluir el juego con un empate 2-2 que él ayudó a lograr, al no permitir la esperada goleada final del Caracas en esas condiciones.
En su primera acción, se dio el lujo de parar el penal que causó Liebeskind. “Lo saqué, pero el chamo del Caracas (Josef Martínez) estuvo ahí para meter el rebote. En las condiciones que teníamos este empate ayuda un poco. Es más complicado, pero seguimos en carrera”, dijo.
Sánchez se mostró seguro en los balones aéreos, pero sorprendió más al confesar su poca experiencia bajo los tres palos: “Cuando uno es niño, para jugar en la recocha, juegas lo que sea. En los entrenamientos también lo he hecho una que otra vez”.
De forma peculiar, junto a Evelio Hernández, fue una de las figuras del partido: “La verdad, yo me pensaba que el Caracas me iba a tirar incluso más pelotas al arco, pero en las tres o cuatro que tuve que parar estuve bien. Gracias a Dios”.
(Nota escrita para la edición 23/11 de El Nacional).