A veces cuesta recordar algo que sucedió hace 10 años. A Ruberth Morán no le pasa. Al menos no con algo que ocurrió hace exactamente una década atrás, el 14 de agosto de 2001.
En el Pachencho Romero de Maracaibo, Venezuela venció 2-0 a Uruguay y comenzó, sin saberlo en ese momento, una etapa que hasta hoy disfrutan todos los venezolanos que aman el fútbol.
Hay varias razones para que Morán recuerde muy bien aquel día, con lujo de detalles incluso. Muchas razones. La primera es sencilla. "Tengo el video de ese partido. Y lo he visto muchas veces. Después de todo lo que me tocó vivir, ese video tiene importancia para mí", afirma el merideño, hoy asistente técnico del Deportivo Táchira, pero en aquel momento delantero de una Vinotinto que pasaría a depender por un buen tiempo de sus goles.
Aquel triunfo fue el inicio del "boom" vinotinto. Fue el comienzo de una racha, todavía no superada hoy, de cuatro victorias seguidas en una eliminatoria. Fue el despertar de un país en una pasión que no era conocida. Fue la obligatoria corrección a aquellos que pensaban que para celebrar un triunfo en este deporte había que usar otra camiseta.
Para Morán fue todavía más que eso. "En lo personal fue un momento muy importante. Había pasado ocho meses parado por una lesión de ligamento cruzado en la rodilla derecha y ese era mi primer partido oficial de retorno a las canchas. Me había perdido el Clausura y la Copa América, que me dolió mucho. Ese triunfo me marcó, fue un segundo aire, el renacimiento de mi carrera", recuerda Morán. Otra de las razones por las que cada tanto tiempo oprime "play" y se transporta a aquel instante de su vida.
La ruptura. No era un buen momento para la Vinotinto. La eliminatoria entraba en su recta final, no había posibilidad alguna de pelear por un cupo a Corea-Japón 2002, pero esa era la norma, la costumbre eterna.
Ya era el mejor premundial de Venezuela, sólo porque había sumado un triunfo en 10 partidos bajo la dirección del técnico José Omar Pastoriza y empató con Colombia con el nuevo entrenador, Richard Páez, antes de jugar una Copa América en Colombia que terminó en decepción.
"Esa victoria fue un punto de ruptura con lo que se estaba viviendo en el ciclo de Richard, que había creado muchas expectativas. Y ese fue el partido que confirmó el trabajo y representó uno de los primeros triunfos históricos de la selección", cuenta Morán.
Años después, Páez revelaría que antes de ese encuentro les pidió a sus jugadores lo que nunca se atrevía a solicitar. Esa vez no quería que jugaran bien necesariamente; prefería que ganaran porque de lo contrario tenía la certeza de que sería despedido.
"Fue así, lo hablamos", recuerda Ruberth. "Justamente en la Copa América se creó ese ambiente en contra de él y por eso para mí era tan importante responder, porque a esa presión se sumó la polémica de mi convocatoria, porque yo no estaba jugando. Confió en mí como lo había hecho en otros días en Estudiantes de Mérida y tenía que pagarle esa confianza", afirma.
Pero ningún triunfo es solitario, menos en el fútbol. Y Morán encontró la misma inspiración en los ojos de sus compañeros ese día. "El grupo se convenció de salir a ganar. Dijimos ¿Por qué no? ¿Por qué no les vamos a ganar a estos uruguayos? Salimos a hacer lo nuestro y aunque no fue uno de nuestros mejores partidos de ese ciclo, en cuanto al fútbol que jugamos, sí tuvimos bastantes ráfagas de ese buen fútbol que luego sería nuestra identidad", rememora.
"En los días previos había escepticismo, claro, pero incluso esos comentarios nos dieron fortaleza, fue importantísimo convertir esa presión en algo positivo", relata Morán.
Antes de ese día, Venezuela apenas había celebrado tres triunfos en eliminatorias en su historia, dos ante Bolivia y uno contra Ecuador. Pero como dijo Morán, ¿por qué no contra los uruguayos? Y luego contra los chilenos en Santiago, y los peruanos y los paraguayos en San Cristóbal. Cuatro en tres meses, cuando antes la selección había podido sumar solamente tres en 34 años.
"Fue un golpe anímico muy bueno. Nos dio seguridad, hizo creer a la gente en la idea que se tenía, la idea de la que hablaba Richard. Ese triunfo contra Uruguay marcó la historia y a partir de ahí se identificó a la selección como la Vinotinto. La gente se empezó a incluir en esto", afirma con orgullo.
El partido. Morán repasa las jugadas importantes de aquel encuentro y ofrece detalles que siguen frescos en su memoria. "Claro que lo recuerdo bien. Comenzamos ese partido con varias ocasiones de gol. Yo pegué un tiro en el larguero en una jugada en la que recibo un buen pase de Juan (Arango)", cuenta.
En el segundo tiempo, llega el tanto esperado. La ventaja 1-0 con anotación del merideño. "Recibí el balón de Cari Cari Noriega y le pegué cruzado. Si ves la celebración, después de la euforia te das cuenta de que fue hasta rabiosa por todas las oportunidades que antes no se habían podido concretar en el partido. Creo que hasta en eso cambiamos como equipo. Desde entonces nuestras celebraciones fueron distintas".
Otra de las razones que el ex jugador tiene para recordar este partido fue que ese gol llevaba una dedicatoria emotiva y familiar. "Fue para mi hermana, Dahiana Paola Araujo. Cumplía 15 años ese día y por ser un momento tan especial en la vida de una mujer fue muy bonito poder ofrecerle ese gol y el triunfo", afirma.
Luego de ese tanto, Venezuela demostró que también había aprendido a mantener una ventaja. "Se sufrió después, pero fue un partido bien jugado. Y Rafa (Dudamel) también hizo su trabajo", repasa Morán.
Dudamel, precisamente, ofreció la primera de varias emociones fuertes en ese final del encuentro. En el primer minuto de descuento, tapó un disparo que parecía colocar el empate de Uruguay en la pizarra. En realidad, fue la antesala de dos grandes alegrías: el segundo gol vinotinto y el festejo del triunfo. "Dudamel le había sacado un gran tiro libre a (Álvaro) Recoba. Y después fue una locura. Una gran jugada que termina en un disparo de Giovanny Pérez y ahí llegó `Pequeño’ (Alexander Rondón) a meterla y cerrar el partido", recordó el ex atacante.
Hoy, si quiere imitarlo y revivir esos momentos, sólo tiene que buscar el resumen del juego en You Tube. Pero para Morán, cada segundo de ese partido amerita un repaso. Tiene todas las razones posibles: "En momentos difíciles de mi vida, lo veo. Me pasó, por ejemplo, en los días posteriores a mi retiro, que fueron duros. Es algo que me ha servido de inspiración durante mi carrera".
Ese gol y ese triunfo también inspiraron a muchos otros más. 10 años después, podemos dar fe de ello.
Morán le entregó el 18 a Arango
El objeto más preciado que conserva Ruberth Morán de aquel triunfo contra Uruguay es también el origen de una anécdota interesante. "Guardo la camiseta de ese partido, con el número 18", apunta Morán, a sabiendas de que ese no es el dorsal con el que se le recuerda en la selección.
"Esa fue otra cosa que empezó a cambiar con ese partido", revela. "En esa época hicimos un convenio interno de empezar a mantener también los números con los que jugábamos, de crear de esa forma también una identidad en nosotros al tener números fijos".
Venezuela venció a Chile en la siguiente fecha y entonces se produjo el cambio definitivo de dorsales. Contra Perú y Paraguay, la mayoría pasó a utilizar los números con los que se le reconocería en los siguientes años. Morán ya no lucía el 18, sino el 16 con el que se le asoció por el resto de su trayectoria vinotinto. Juan Arango, que usaba el 10 en ese momento al no encontrarse su dueño, Gabriel Urdaneta, retomó el 18, un número que había empleado en algunos juegos y que terminó de hacer suyo.
"Arango y yo hicimos ese cambio. Él me lo solicitó, yo no tenía problemas y pasé a utilizar el 16. Otros también decidieron usar otros números y quedarse con ellos".
(Nota escrita para la edición 14/8 de El Nacional)
domingo, 14 de agosto de 2011
La Vinotinto cambió hace 10 años
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