domingo, 7 de agosto de 2011

El trampolín tiene límites

En 2004, cuando surgió el rumor de un posible fichaje de Juan Arango por el Mallorca de España, más de uno sonrió con sorna. No les parecía lógico, razonable.
Aquel Mallorca venía de tener campañas resaltantes, era equivalente en importancia al Villarreal o al Valencia de los últimos años, aunque el plantel luego se dedicó a pelear la permanencia y no metas valiosas.
Sin embargo, la pista que ofrecía la relación de Arango con Benito Floro, su anterior entrenador en México, hizo pensar que no era tan descabellado como muchos creían. La firma sí se concretó y el resto de la historia es conocida. No es un caso común, pero sí uno que debería recordarse con mayor frecuencia, sobre todo cuando ahora abundan los rumores, y cuando se adopta una posición cínica ante cualquier comentario acerca de posibles fichajes de venezolanos en el extranjero.
Con la rápida proliferación de sitios web dedicados al fútbol (y a los rumores de fichajes), resulta cada vez más complicado hablar de contrataciones de este tipo. Hay intereses, ofertas, rumores lanzados por los agentes o por los equipos, llamadas o simples mentiras. Y todo esto se ve multiplicado por la propia naturaleza del negocio del fútbol, muy distinto al comercio centralizado del beisbol (a través de MLB y su sistema de ligas menores) o al del baloncesto, mucho menos extendido que el fútbol en el mundo y con menos ligas de relevancia.
Es por eso que un día se escucha o se lee sobre el interés de un gran equipo en un venezolano, y al día siguiente el jugador firma con otro. ¿Contra quiénes compiten? Contra millones de jugadores en el mundo, que pueden salir de Togo o de Macedonia.
Otro factor presente en las negociaciones es la crisis del mercado. Uno de los agentes que representa a varias figuras venezolanas dijo: "No hay dinero en estos momentos". Y aunque siempre ha existido el estigma del venezolano al ser comparado con otros suramericanos, la selección ha ayudado a cambiar esa percepción en los últimos 10 años, al igual que campañas inolvidables como las que han realizado Caracas o Táchira en la Copa Libertadores. Pero ese trampolín tiene límites, incluso cuando ofrece oportunidades como las que abrió esta Copa América Argentina 2011. Mientras más y más venezolanos salen al exterior, gracias a esas vitrinas, la exigencia en esos nuevos destinos también crece.
Temporadas como las que tuvo Juan Arango en el Mallorca o la que acaba de completar Salomón Rondón en el Málaga son el siguiente paso que requiere la consolidación de los vinotintos en el extranjero.
Que Roberto Rosales, Tomás Rincón, Miku Fedor y otros ganen espacios en sus equipos y ligas es lo que permitirá que el salto sea completo hacia el nivel esperado, ese en el que un rumor sobre el interés del Real Madrid o el Manchester United no parecerá un cuento de camino para los más escépticos.
(Columna escrita para la edición 7/8 de El Nacional)