lunes, 16 de junio de 2014

Postales desde Brasil (I): Spring break en Copacabana



RÍO DE JANEIRO
Primer día en Brasil y las comparaciones con lo visto acá hace un año en la Copa Confederaciones comienzan. También con otros Mundiales. Pero eso será un tema a tratar más adelante, porque la mayor sorpresa de esta primera jornada de viaje fue la afición estadounidense en Río de Janeiro.

Luego de un recorrido por partes de la ciudad que no fueron incluidas en la “agenda” de paseos hace un año, la decisión de retornar a Copacabana por la noche tenía dos intenciones: visitar el Fan Fest ubicado en la playa y tratar de encontrar un mejor ambiente de fútbol. La excusa perfecta era el choque nocturno: Ghana-Estados Unidos. Y en medio de aficionados de muchos rincones del planeta, en especial argentinos y chilenos (la Albiceleste jugó aquí el domingo y la Roja choca el miércoles con España), destacó notablemente la presencia de muchísimos estadounidenses, ataviados con piezas blancas, rojas y azules, y varios de ellos con la bandera sobre la espalda.

El perfil de estos fanáticos, no obstante, correspondía mucho más a los universitarios descontrolados que se ven en documentales y películas cuando invaden playas de su país y México cuando tienen vacaciones (de primavera o verano). Y es que muy probablemente esa haya sido su principal motivación para venir al Mundial en Brasil. El fútbol estadounidense ha crecido mucho, su afición también, pero en los dos Mundiales anteriores nunca se vio algo así. Y al ver la actitud y los rostros de estos hinchas quedaba aún más claro. Después de todo, ¿cómo culparlos? ¿No es esa quizás la mejor razón para muchos otros aficionados, ni tan jóvenes siquiera, de venir a Brasil y abarrotar los hoteles de Río de Janeiro y las otras sedes “playeras”?

En el Fan Fest, esa maravillosa iniciativa creada en Alemania 2006 y que debería quedar para siempre en el manual de organización de Mundiales de la FIFA, tuvieron que detener por unos minutos el ingreso de personas al recinto. Copacabana tiene ese efecto. Y en medio de ese nutrido y variopinto grupo, los estadounidenses se hicieron sentir, eran abrumadora mayoría. El pronto gol de Clint Dempsey les dio otra razón para exhibir su fuerza. “¡U-S-A! ¡U-S-A!”, gritaron de inmediato hasta convertirse en un coro unísono. Al menos en ese aspecto, ya el viaje empezó a valer la pena. Jurgen Klinsmann y sus muchachos les dieron a los vacacionistas razones adicionales para divertirse en Copacabana.