CUIABÁ
David Ospina se volteó hacia la tribuna y empezó a hacer
gestos, pidiéndole a la gente que hiciera más ruido. El portero colombiano
señalaba luego hacia la banda, intentando explicar lo que estaba a punto de
suceder. Minutos después, Faryd Mondragón entró al partido y Ospina corría a
abrazarlo y cederle su lugar en el arco.
La Arena Pantanal, que este martes podía ser confundida con
El Campín de Bogotá o el Metropolitano de Barranquilla, empezó a aplaudir y a
gritar el nombre del hombre récord, el jugador de mayor edad en la historia de
los Mundiales. “Faryd, Faryd, Faryd” se escuchó con fuerza y el protagonista se
dirigió emocionado hacia el arco, dejando atrás en ese instante la marca de
Roger Milla. Mondragón tuvo incluso la oportunidad de realizar una tapada
espectacular en el último ataque de Japón para cerrar con broche de oro la
noche y que su actuación no fuese simplemente presencial. El sueño de este
guardameta de 43 años de edad se cumplió y lo celebró como la ocasión lo
merecía, con sus compañeros, su entrenador y en el instante que le dejaron,
también con su familia. Se dirigió a cada tribuna para agradecer las muestras
de cariño al público y se vio notablemente conmovido.
Pero nada de esto quizás hubiese podido suceder si no
hubiese sido por la actuación del otro gran héroe de la noche. No, no fue
Jackson Martínez, quien anotó dos goles y previsiblemente fue seleccionador
como Jugador del Partido. Fue gracias a James Rodríguez, quien apenas necesitó
45 minutos para cambiar el rumbo del encuentro.
José Pekerman había decidido alternar jugadores y así como
probablemente tenía decidido de antemano darle un solo tiempo a Juan Guillermo Cuadrado
para que luego entrara Carlos Carbonero (como ocurrió), la forma de mantener
equilibrada la calidad de la alineación era abrir con Juan Fernando Quintero y
reemplazarlo con James Rodríguez si el partido no iba bien. Así resguardaba de
alguna manera a varias de sus figuras para lo que vendrá en octavos. Si el
choque se hubiese ido por una sola calle temprano, quizás Rodríguez se habría
quedado todo el juego en el banco y el plan de darle minutos a Mondragón se
habría activado sin problemas. Pero Japón jugó bien, dominó la pelota y llegó
con frecuencia. Y el cabezazo de Shinji Okazaki mandó a Colombia al vestuario
con el 1-1. Entonces Pekerman sí tuvo que recurrir a James.
El zurdo dejó pronto su marca en el partido. Colombia
recuperó el control de la pelota, impuso condiciones más allá del marcador y
aprovechó mucho mejor los contragolpes. Ese pase certero que le estaba faltando
a los neogranadinos para finalizar las jugadas fue una rutina para James en el
segundo tiempo y así Martínez pudo anotar su doblete. Hasta hubo tiempo para
que el propio James anotara un golazo para su cuenta. Y el estadio entero
también coreó su nombre, en reconocimiento al jugador que alegró la noche en
Cuiabá. Y así, con la tranquilidad del resultado asegurado, se produjo el
cambio de Mondragón.
Colombia ya celebró las elecciones y ni Mondragón ni James
han pretendido lanzarse a la presidencia. Pero su popularidad entre los
colombianos, especialmente después de una noche como esta, supera con facilidad
la de cualquier candidato y no admite abstención.