viernes, 25 de noviembre de 2011

“El General” se siente en control


En el Hamburger Morgenpost aparecía identificado como “el General” del equipo. Por su don de mando en el campo y la agresividad en su juego, parece un apodo lógico para Tomás Rincón. Y ha ganado fama.
“En algunos periódicos lo han colocado y otros compañeros me lo han dicho. Me contenta eso y la verdad, no me molesta que me llamen ‘el General’, para nada”, confesó el tachirense al atender la llamada.
Pero más importante que tener un nuevo sobrenombre, es lo que significa. La situación de Rincón ha cambiado mucho en el Hamburgo desde que regresó a la ciudad después de disputar la Copa América. Nunca, desde que llegó al club en 2009, había sido considerado una pieza esencial en la alineación y ahora se le trata como a una figura. Hasta su número cambió: en vez de usar el 25, ahora tiene el ocho que tanto le gusta y que es fijo en su espalda con la Vinotinto.
“La Copa América cambió mucho esa impresión, porque tuvo repercusión mi actuación en el torneo y aquí en el club vieron los partidos. Al volver fue así, sentí que podía estar en el once y no salir más de mi posición natural en el mediocampo, y así ha sido hasta hoy”, explicó el mediocampista de primera línea.
Rincón ha jugado nueve partidos, todos como titular y durante el tiempo completo, sin ser sustituido. Con la llegada de Thorsten Fink al banquillo también ha tenido mayor seguridad.
“Sin duda es importante eso, es linda esa confianza que te da el técnico y los compañeros. La clave fue quedarme en mi puesto. Aquí cambiamos muchísimo de técnico. Y ahora hay nuevo presidente, nuevo director deportivo, creo que esa estabilidad que ahora tenemos es lo necesario para poder seguir creciendo. Y en mi caso no es como antes, que jugaba un partido sí y otro no, uno como lateral y otro como volante. Ahora tengo mayor exigencia, pero cuento con la confianza del grupo en mí y en mi forma de jugar”, dijo.

Presente y futuro. Rincón aprecia su situación y también quiere que mejore la del Hamburgo: “El equipo está subiendo en la tabla y vamos a seguir creciendo”. Con su labor en la Vinotinto, Rincón no sólo gana importancia en su equipo, sino que aumenta su notoriedad en el mercado europeo. Por ahora, no hay un destino claro. “Tengo contrato hasta 2014 y por ahora no me planteo irme, pero hay que ver qué pasa en los mercados de invierno y verano. Si se presenta una oferta de un club grande la analizaremos, pero si me quedo no hay problema, me siento bien aquí”, dijo el nuevo “General” del Hamburgo.
(Nota escrita para la edición 25/11 de El Nacional)

jueves, 24 de noviembre de 2011

Tomás Rincón: "Si entramos en el Mundial estaremos entre los primeros 20 o 30 en el ranking"

La Vinotinto ha disfrutado de un gran 2011. La Copa América catapultó a Venezuela del puesto 69 al 40 en el ranking FIFA, y el triunfo contra Argentina en la eliminatoria ayudó a repetir ese escalafón récord en octubre. Pero la reciente doble tanda del Premundial, con empate en Colombia y triunfo contra Bolivia en casa, permitió al combinado nacional traspasar otra barrera.
La casilla 39 es el nuevo premio para la selección en la clasificación FIFA de este mes, que se dio a conocer ayer. “Estoy muy contento con eso, es producto del trabajo que viene haciendo la selección”, afirmó Tomás Rincón, vía telefónica desde Alemania.
“Pero no debemos conformarnos sino aspirar a más. Quedan muchos partidos de la eliminatoria y podemos seguir subiendo, es cuestión de seguir con la misma idea y la mentalidad de superación”, agregó el volante del Hamburgo y segundo capitán vinotinto.
Renny Vega, portero del Caracas y la selección, dijo: “Lo hecho por la selección hasta ahora nos motiva mucho. Es un reconocimiento a nuestro trabajo y sólo nos queda seguir para conseguir nuestro objetivo final: la clasificación al Mundial”.
Esa posible presencia en Brasil 2014 es la motivación mayor. Lo demás vendrá por añadidura.
“Imagínate, si entramos en el Mundial debemos ubicarnos entre los primeros 30 o incluso 20 del mundo. Así lo hizo Chile en el último Premundial. Sabemos que la eliminatoria es difícil, pero esa es la meta y creemos que tenemos cómo hacerlo”, opinó Rincón.
El camino ha sido largo desde la creación del ranking en 1993. Venezuela llegó a ocupar la posición 129 del mundo en 1998 y hoy, 13 años después, muestra un avance de 90 puestos. A pesar de las críticas que ha recibido el sistema de FIFA para evaluar a las selecciones, algo es claro: no hay forma de negar el inmenso progreso venezolano, sin importar cómo saque la cuenta.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Juan Pablo Angel: "Conozco bien a la Vinotinto gracias a Alejandro Moreno"

Aunque ya no es parte de la selección colombiana, Juan Pablo Ángel vive esta eliminatoria con pasión y de cerca, pues se ha dedicado también a comentar partidos en televisión.
"Es algo que me divierte, pero no deja de ser algo que hago esporádicamente", comentó en tono divertido el delantero de 36 años de edad, como para no dejar dudas de que su carrera como futbolista activo no tiene fecha de vencimiento aún.
Además de estar atento a lo que hace Colombia, el goleador también tiene un amigo a quién seguir: Alejandro Moreno, compañeros en Chivas USA en la MLS.
Así que al solicitarle una entrevista para analizar este primer año de la eliminatoria suramericana para Brasil 2014, Ángel aceptó con gusto.

- ¿Qué le ha llamado más la atención en estas primeras cuatro jornadas?
- Lo pareja que está la competencia. Creo que sólo Uruguay ha mostrado un nivel muy superior al resto. Algunos quedaron un poquito mejor que otros, Venezuela entre ellos, y ahora tienen seis meses para prepararse y seguir evaluando a sus jugadores para enfrentar lo que vendrá a mediados del año próximo. Otros han tenido algunas dificultades, y también tendrán tiempo, pero para reencontrar el camino.

- ¿Y qué opina de Venezuela?
- Lo de Venezuela no es casual, estaba tocando la puerta desde hace algunos años. Ha progresado, tuvo una Copa América muy buena, así que ya no sorprende. Además, en mi caso, conozco bien lo que vienen haciendo porque tengo a Alejandro Moreno como compañero y me cuenta lo que vienen haciendo, el cuidado en la preparación que pone el entrenador (César Farías), y van por muy buen camino. Por eso estos resultados de Venezuela no son casualidad.

- ¿Cómo es la relación con Alejandro, dentro y fuera del campo?
- Muy buena. Alejandro es un gran tipo, un gran jugador y tengo una excelente relación con él. Como delanteros, tenemos características completamente diferentes. Él es de choque, de contacto, se mueve por el frente de ataque; yo soy de área. Y con mi llegada a Chivas, a Alejandro lo han empezado a usar más atrás, casi como volante creativo, pero "Ale" es un jugador necesario para cualquier equipo porque se sacrifica mucho, ayuda a los compañeros.

El tramo más difícil es la mayor ilusión

Mientras la realidad mejora, la expectativa aumenta. Lo vivió José Omar Pastoriza, Richard Páez y ahora, con más razón, César Farías. Por eso conviene ver la eliminatoria en toda su extensión y luego vivirla paso a paso. ¿Cuántos puntos hacen falta para clasificar? La respuesta no puede ser definitiva, porque esta eliminatoria es como ninguna de las más recientes, debido a la ausencia de Brasil. También porque, como quizás ninguna otra antes, muestra una paridad tan clara entre las selecciones, que puede que no haga falta sumar una cantidad apreciable para ir al Mundial o al repechaje, y sólo baste estar un punto por encima de un lote compacto de candidatos. Por eso Farías insistió tanto en el valor de un punto en esta eliminatoria, porque cuanto más se acerca la Vinotinto a su sueño -y ha avanzado siempre un paso o más en cada uno de los premundiales anteriores-, más crucial o exigente parece cada partido. No obstante, lo cierto es que se puede ganar o perder la clasificación tanto al principio como al final.
Si se dividiera la eliminatoria en grados de dificultad para Venezuela, habría que pensar que se superó una etapa complicada y que toca prepararse para la más difícil. Los siete puntos obtenidos hasta ahora superan la cosecha de Suráfrica 2010 de las cuatro primeras fechas, aunque ahora viene el tramo que hizo sufrir al seleccionador César Farías como nunca en su ciclo: visita a Uruguay, recibir a Chile, y viajes a Perú y Paraguay. Esta vez no habrá que esperar la llegada de Brasil, otra tragedia más en la eliminatoria pasada, en un pasaje que apenas le dio un punto a Venezuela en cinco partidos. Sin embargo, aquel recuerdo doloroso del pasado es la esperanza más clara para el técnico en el presente. Hoy, Farías sabe que Venezuela puede sacar más que un punto en este tramo.
También sabe que quizás de eso pueda depender el boleto al Mundial, si logra superar con creces la cifra anterior. E ilusiona, sobre todo, porque la segunda vuelta, sin poder llamarla sencilla (lo cual sería irresponsable), es mucho más conveniente para la Vinotinto. De ocho partidos, cinco se jugarán en el hogar, allí donde la selección ha aprendido a ganar paulatinamente los partidos desde 2001 y hoy exhibe una gran confianza. Lo pudo hacer en mayor medida en el camino a Suráfrica y lo ha logrado con efectividad máxima hasta el momento en los dos choques contra Argentina y Bolivia. Los dos últimos juegos de 2013 serían en casa contra Perú y Paraguay, y nada mejor que poder resolver como local el capítulo decisivo de tu historia.
Sin embargo, el aficionado no ve el asunto con la misma frialdad. Ni siquiera sirve pedirle que lo haga. También hay que pensar que aburrida sería la grada si lo vivieran así. Ahora la exigencia es mayor que en la eliminatoria pasada. La presión, con cada partido, también irá en aumento. Mientras mejor juegue la Vinotinto, más se esperará de ella. Venezuela suma siete puntos, un récord para el combinado en este tramo, y mucha gente se pregunta qué pasa con los delanteros o por qué se ganó con apremio contra Bolivia. Se obvia, en ocasiones, lo que costó llegar a este punto. Y a ese hecho también quiere adelantarse Farías y el equipo.
No celebran en demasía lo conseguido hasta ahora y piden paciencia para lo que viene. Saben que esa exigencia y presión pueden resultar contraproducentes, si dejan que la ansiedad gane. Pero cuando llegue la hora de jugar los últimos puntos por el boleto (asumiendo, ojalá, que será así) también habrá que adaptarse a esa realidad y a esa expectativa. Y esperar que todas esas energías, nervios y emociones terminen por coincidir en un estallido de júbilo.
(Columna escrita para la edición 20/11 de El Nacional)

Julio Álvarez: "Si yo cobro los corners, podemos aprovechar a Juan en el área"

Jonay Hernández, ex compañero en España, lo había advertido tres días antes del juego contra Bolivia: "Julio Álvarez va a ayudar mucho a la selección en los cobros con pelota detenida". Apenas le dieron la titularidad y la responsabilidad de ejecutar tiros de esquina, el volante no dejó mal parado a su amigo con esa elogiosa referencia. Su centro a la cabeza de Oswaldo Vizcarrondo permitió que Venezuela consiguiera un importante triunfo.
En el fútbol, hay códigos y Álvarez los respeta. En la Vinotinto, César González y Juan Arango son los principales encargados de las jugadas de táctica fija. Pero en los días antes del choque en Pueblo Nuevo, Álvarez recibió la asignación en los corners. "Que yo cobre los corners permite que Juan vaya al área y lo aprovechamos, porque va muy bien de cabeza. Tratamos de encontrar lo que sea mejor para el equipo, y en este caso, como yo estaba en al alineación, pues pude hacerlo. En esa jugada del gol me tocaba a mí y estoy contento por haber podido aportar", explicó Álvarez, vía telefónica desde España.
El volante del Numancia es un especialista también en los tiros libres y penales, pero en esas jugadas todavía tendrá que esperar que sus compañeros o el cuerpo técnico den luz verde. "Me gustaría también patearlos, pero con el tiempo se irá viendo. La selección no es como un club, en el que tienes muchas oportunidades, así que no puedes llegar y encargarte. Están César y Juan para eso, y uno debe respetar la experiencia y veteranía de los que están. Ellos tienen esa responsabilidad, y uno trata de adaptarse al grupo, no puedo pretender que sea al revés y que el grupo se adapte a mí. Pero en lo que pueda ayudar, lo haré", afirmó.

La jugada. En el gol de Vizcarrondo, la fuerza y precisión del centro de Álvarez en una jugada preparada para esa parte del área permitió que la reacción del portero Carlos Arias fuese inútil. "En la semana practicamos esa jugada y resultó. Salió muy bien, debía enviar el balón al primer palo y bloqueaban dos jugadores para que quedaran libres Juan y Vizca. Mi labor era colocarla ahí", explicó.
Álvarez reveló que su misión era apuntar bien hacia el primer palo; la de sus compañeros, llegar a la zona. "No puedes prever exactamente quién va a llegar, sólo darle la oportunidad para que anote. Así que el centro era para uno de los dos (Arango o Vizcarrondo), y llegó Vizca. De eso se trata. En el fútbol actual, estas jugadas son decisivas con frecuencia y para eso los tenemos a ellos, a Amorebieta. Ojalá sigamos teniendo oportunidades para hacerlas", dijo.
Álvarez también elogió a Marcos Mathías, el asistente del técnico César Farías que suele encargarse de pulir estas jugadas: "Trabajamos muy bien y ciertamente Marcos es parte importante de eso, por ser quien ajusta los detalles para que salgan bien. Gracias a ese trabajo, lo estamos logrando".
(Nota escrita para la edición 19/11 de El Nacional)

lunes, 14 de noviembre de 2011

Jonay Hernández: “Con humildad, la adaptación a la Vinotinto es fácil”


Jonay Hernández y Fernando Amorebieta tienen algo en común: ambos debutaron en una eliminatoria con Venezuela con un triunfo histórico. Para un jugador que quiere ser acogido por una afición que no los conoce y sus nuevos compañeros, no hay mejor forma de forzar una bienvenida.
Entre 2003 y 2004, el ex seleccionador Richard Páez quiso sumar jugadores a su causa, varios de ellos criados y formados en el exterior, para poder iniciar la eliminatoria para Alemania 2006 con la mejor de las opciones. Jonay fue uno de los que aceptó y comenzó una etapa en su carrera que disfrutó mucho. Se convirtió en vinotinto.
Hoy, César Farías ha logrado sumar todavía más figuras en esas circunstancias. Además de Amorebieta, llegaron Julio Álvarez (que se negó en su momento con Páez, cuando Massimo Margiotta sí aceptó), Andrés Túñez y los hermanos Rolf y Frank Feltscher.
Si alguien entiende cómo se deben sentir los nuevos vinotintos es Jonay Hernández, quien además vivió de cerca la reciente adaptación de otro “repatriado”: su hermano, el portero Dani Hernández. Por eso, el lateral izquierdo es un personaje ideal para analizar el proceso que hoy viven las nuevas adiciones al proyecto de Farías.

- Hace ocho años, también en Barranquilla, fue tu debut en una eliminatoria. ¿Cómo fue ese momento?
- Fue un partido muy especial por poder estrenarme en el premundial y por poder ganar, sobre todo. Fue un punto de inflexión también para Venezuela, creo, porque le ganamos a Colombia en su casa. Recuerdo que echaron al entrenador de ellos, porque claro, ¿cómo iban a perder contra Venezuela en Barranquilla? Fue bonito para mí, porque apenas comenzaba con la Vinotinto, antes solo había jugado contra Nigeria en Londres, pero fue un amistoso.

- ¿Ayudó a tu adaptación al grupo haber sido titular y gran parte de ese triunfo contra Colombia? Porque algo similar le ocurrió ahora a Amorebieta.
- Evidentemente, si llegas a un grupo nuevo y ganas, es así. Si juegas contra Argentina, le ganas y encima haces el gol (lo que hizo Amorebieta), pues es mucho más fácil. Pero en la selección hay buena gente, tipos humildes, no creo que tengan problemas para adaptar a estos nuevos jugadores. Y si es para mejorar a la selección, es más sencillo. A mí me sucedió en Barranquilla, a partir de ese momento me sentí mucho más integrado al grupo y todo fue mucho más cómodo.

- ¿En el primer partido, contra Nigeria, te había costado? Ese amistoso no fue un partido común.
- Sí, ese juego en Londres fue extraño. Apenas llegué pensé que era una locura, que si jugábamos, que si no, que si no habían pagado. Fue algo caótico, pero me quedo con que pude jugar y al menos me sirvió para conocer a los compañeros y luego poder debutar en un juego oficial en Barranquilla.

- ¿Es complicado entrar en un grupo que se conoce bien y que está acostumbrado al técnico?
- Eso va también con la personalidad de cada uno. Yo nunca he tenido problemas, me he acoplado bien a los grupos en los que he estado y este fue más sencillo, con jugadores como Juan Arango, Héctor González o Alejandro Cichero, que son muy buena gente. Fue fácil para mí, recuerdo esa etapa inicial con mucho cariño. Incluso en ese partido en Barranquilla, cuando Juan marcó el gol el primero en ir a celebrarlo con él fui yo. Me sentía parte del grupo, como si hubiese estado ahí toda la vida.

- ¿Cómo debe comportarse un jugador cuando llega a un grupo ya establecido?
- Hay que ser muy cauto, soy de los que piensa que al integrarte a un grupo, lo primero que debes hacer es observar, entender cómo debe ser tu comportamiento con tus compañeros. Hay situaciones más difíciles, como cuando no hablas el idioma. Me sucedió en Escocia en mi primer año. El que llega debe ser inteligente para acoplarse, no puedes llegar y pretender ser el protagonista, el líder, el que llame la atención. Es preferible ser cauto e ir poco a poco. Pero el grupo de la selección es muy positivo, se hacen muy buenos amigos ahí.

- Mencionaste entre los que te ayudaron a Juan Arango, que hoy en día es el capitán, además. A él se le conoce como alguien reservado, cuando se trata de su imagen pública, pero se nota mucho más extrovertido con sus compañeros. ¿Fue así en su trato contigo?
- Sí. Juan al principio parece serio de cara a la gente, y hace bien, porque por su protagonismo y la expectación que levanta es normal que actúe así frente al público, pero es una de las mejores personas de la selección. Tanto a mí como a mi hermano Dani nos ha acogido muy bien y nos ha hecho las cosas mucho más fáciles. Juan es un pilar fundamental de la Vinotinto, no sólo como jugador sino como persona. Que sea capitán tampoco cambia eso, porque no es su responsabilidad única y exclusiva integrar a los que llegan, eso es más una labor de grupo.

- En tu carrera has conocido a varios de los nuevos jugadores de la Vinotinto. ¿Cómo ves su adición a la selección?
- Sí. Julio estuvo hasta hace poco aquí en el Tenerife conmigo hasta que salió para el Numancia. Tiene muchísima calidad, puede ayudar mucho a balón parado. Amorebieta es más que conocido aquí en España, va bien por arriba, es muy agresivo y en la selección puede dar muchísimas cosas en este camino al Mundial, como los demás. Quizás al principio es normal que les tome algo de tiempo adaptarse de lleno, pero si la humildad prima, y en la selección eso sucede, no habrá problemas. Espero que por fin Venezuela pueda ir al Mundial, porque tiene jugadores muy valiosos.

- La gente suele tener cierta reticencia al principio con jugadores repatriados. ¿Te pasó a ti?
- Sé a lo que te refieres. Son reticentes a la gente que no ha vivido en Venezuela, que no ha estado ahí, pero te hablo por mi experiencia. Cuando suena ese himno lo sientes de la misma forma que si hubieses vivido en Venezuela. Por estar acá en Europa no he dejado de ser venezolano, nos sentimos así y en ese momento se nota. La gente que no crea que vamos a pasar el rato. Sé que los que se unen ahora, van a aportar. Van a crecer como jugadores y darán lo máximo a la selección para buscar la clasificación al Mundial, que sería un logro increíble.

- Además de un sentimiento, hay un orgullo profesional involucrado, ¿no?
- Sí, porque incluso en mi etapa con el Córdoba, me tenía que sacrificar muchísimo para ir a la selección. Jugábamos en La Paz y al fin de semana siguiente tenía que volver al equipo y me costaba. Si no rendía ciento por ciento, podía perder la titularidad o la regularidad de juego. Es un sacrificio profesional, pero a mí no me importaba porque quería jugar esos partidos con la selección.

- ¿Cómo recuerdas esa relación con el público luego de haberte ganado un lugar?
- Muy bien. Ya en los últimos años de mi etapa, recuerdo que podía caminar por Caracas y la gente me reconocía en la calle. Para mí fue increíble, me sentí muy orgulloso de ser venezolano, de lo que había hecho por la selección y saber que había aportado mi granito de arena. La verdad es que los mejores recuerdos de mi carrera hasta ahora son con la selección.

(Nota escrita para la edición 14/11 de El Nacional)

domingo, 6 de noviembre de 2011

Del penal fallado al triunfo sobre Messi

20 de julio de 2011. Fría noche en Mendoza. Franklin Lucena se dirige a cobrar el tercer penal de la ronda decisiva contra Paraguay en las semifinales de la Copa América. Como él mismo confiesa, nunca había pateado uno en un partido oficial, pero no lo consideró un obstáculo, se sentía preparado. Segundos después, sin embargo, sufriría la tristeza más grande de su carrera.

-Juan Arango reveló esa noche en Mendoza que no se sentía en condiciones de patear por la lesión de tobillo, que se resintió ese día. Todo indica que tu turno lo habría ocupado él de haber estado bien. ¿Estabas en el plan original o se decidió en ese momento?

-Practicamos dos días antes los penales y todos pateamos. No había un grupo ni un orden específico. Anoté los dos penales que me tocaron y el día del partido el profe (César Farías) me preguntó si estaba dispuesto a patearlo. Yo me sentía capacitado, con mucha confianza y le dije que sí. Me dijo "bueno, vas a cobrar".

-¿Cómo fue ese momento, cuando fuiste a patearlo? 

-Estaba bien, no dudé nunca en que podía meterlo, nunca. Pero a la hora de patear sí dudé, porque primero había pensado en patearlo hacia el lado derecho, o sea, a la mano izquierda del portero, y al final dudé y ahí fue que (Villar) me lo adivinó y lo tapó.

-¿Cómo te afectó? Ese día, cuando saliste a la zona mixta, preferiste no hablar.
-Me pegó muchísimo. No quería ver ni hablar con nadie. Lo que hice fue llegar a encerrarme en la habitación, solo, buscando una explicación. "¿Por qué me tocó a mí?", pensé. Solamente hablé con mi familia en ese momento y me ayudaron mucho: mi hijo, mi esposa, mi madre, mis hermanos (se interrumpe y luego prosigue). Es que me da sentimiento otra vez al recordarlo, porque estaba liquidado anímicamente. De verdad fue un apoyo impresionante, se los agradezco. También el respaldo de mis compañeros y el de la gente.

-¿Cómo lidiaste con ese sentimiento en los días siguientes, cuando tenían que jugar por el tercer lugar? 

- Esos días fueron muy fuertes, sobre todo porque no me tocó estar en el once contra Perú. Quería comerme la cancha, demostrarle a la gente que siento la camiseta, que fue un error de fútbol. Es un reto que tienes internamente. Yo le decía al profe que me metiera, y él me decía "tranquilo, que van a llegar muchas cosas más". Ese día estaba en el banco y cuando me tocó entrar en el segundo tiempo, corrí como loco a marcar, quería meter gol, así fuese con la mano (risas). Pero al final son cosas que te ayudan a madurar.

-El aficionado suele ser cruel con quien falla un penal. En tu caso no pareció así, mucha gente te respaldó, ¿no? 

-En general sí, sobre todo cuando llegué al país, me pidieron que hablara pero no creas, también hubo insultos por Twitter. Muy pocas personas, eso sí, y yo los entiendo, sufrieron ligando. Y también hay gente que no sabe de fútbol y me decía que si nunca había cobrado penales, entonces no estaba preparado. No es así. Pero los entiendo, no tengo rencor. Agradezco el apoyo de la mayoría.

-¿Te han dicho algo en la calle?

-A veces me pasa que ando por allí y escucho a la gente que dice "este es el que peló el penal". Me reconocen por eso, supongo que les resulta fácil identificarme así. No me gusta, porque la gente es injusta a veces, pero tengo que asimilar esas cosas, porque este es mi trabajo, no me puedo poner a discutir con la gente. Sí me incomoda que me recuerden por eso, pero nunca voy a bajar la cabeza. Y más allá de ese penal, no me siento mal por la copa, porque tuve una buena actuación y logramos mucho como grupo. Y por eso quiero seguir en la eliminatoria, para dar alegrías al país y a mi familia.

-¿Te cambió este hecho? 

-Sí, me hizo mucho más fuerte. Las cosas pasan por algo, porque luego vino la oferta de Chile, que no se concretó, e igual sabía que debía seguir adelante. El que me conoce sabe que soy un luchador, un trabajador, por eso he logrado cosas importantes y por eso me mantengo en esta selección, en la que hay tantos jugadores de calidad. Estar en este grupo es meritorio.

La recompensa. 11 de octubre de 2011. Noche calurosa en Puerto La Cruz. Franklin Lucena levanta los brazos y se permite, finalmente, disfrutar de un gran momento. Venezuela acaba de vencer a Argentina por primera vez en su historia y obtiene los primeros tres puntos en esta eliminatoria. Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, desapareció del campo gracias al trabajo de Lucena y sus compañeros. Uno de los momentos más brillantes de su carrera.

-¿Sentías que era el momento de vencer a Argentina? 

-Había concentración plena en el grupo y convencimiento en cada uno de poder lograr eso. Estábamos con nuestra gente en Puerto La Cruz, una plaza que es bien difícil.

-Renny Vega y tú fueron los únicos que jugaron en Quito y en Puerto La Cruz. ¿Sabías que te tocaría jugar? 

-Cuando llegué de Ecuador, el profe y yo hablamos de eso. Me preguntó cómo me sentía por el desgaste que tuvimos en Quito, pero le dije que estaba bien para jugar. Estaba endeudado conmigo mismo, con un país, por lo que sucedió con ese penal en la Copa América, y se lo recordé también a él en ese momento. Sentí que era la oportunidad.

-¿Tenías entonces una motivación adicional?

-Sí, por el esfuerzo que hice desde la etapa de preparación para la altura en Mucuchíes. Esos 21 días no fueron nada fáciles. En Ecuador no nos fue bien y pensaba que ese esfuerzo entonces no me había valido de mucho. Pero con el triunfo sobre Argentina conseguí ese regalo, la tranquilidad después del esfuerzo que había hecho.

-La marca a Messi fue un trabajo colectivo. ¿Cómo se planificó?

-Sabíamos que íbamos contra uno de los mejores del mundo y logramos que Messi no jugara. Solo en los primeros minutos tuvo acciones de peligro y luego se apagó por el trabajo que hicimos. Debíamos presionarlo cuando tuviera la pelota, no dejarlo que se volteara. Caíamos dos o tres para rodearlo. Pero no había marca personal, dependiendo de la zona en la que cayera podía ser Tomás (Rincón) o yo. En el segundo tiempo, Messi se movió a la raya por la banda de Gabriel Cichero. Si Gabriel se proyectaba, me tocaba a mí cubrirle la espalda. No fue fácil, porque además no podíamos descuidar tampoco a (Gonzalo) Higuaín o (Ángel) Di María, son muy hábiles.

-¿Recuerdas algún choque particular con Messi?

-Sí. En una jugada le entré muy fuerte. Me dijo que me dedicara a jugar y le respondí que yo lo hacía por mi camiseta y él por la suya. Y también le dije algo un poquito más fuerte.

-¿Qué le dijiste?

-(Risas) Una grosería. Y luego le dije: "A mí no me vas a venir a ganar con la boca, argentino agrandado". A mí no me sacó de concentración con eso, y yo tampoco a él. No creo.

-En el entretiempo, ¿de qué hablaron en el equipo?

-El profe nos dijo que cuando Argentina no marcaba en los primeros minutos se complicaba, y fue así. Mantuvimos la confianza. Sabíamos que aunque un punto no era malo, podíamos ir por los tres y los conseguimos.

-¿Cómo celebraron en el vestuario?

-Con tranquilidad, fue un festejo sano. Le echamos mucha broma a (Fernando) Amorebieta, por haber debutado en la eliminatoria con gol. También en el hotel en la cena. Yo aproveché para reunirme con amigos que tenía tiempo que no veía como Ronald Vargas y Roberto Rosales.

-Después de lo que sufriste por ese penal fallado, ¿fue ese triunfo contra Argentina y Messi la revancha que esperabas? 

-No, todavía no. Yo quiero clasificar al Mundial.

-¿Quieres que esa sea la manera en la que te recuerde la gente?

-Exacto. Que en vez de recordar el penal, digan "ese es uno de los que clasificó al Mundial". Eso es lo que quiero.
(Nota escrita para la edicion 6/11 de El Nacional)