domingo, 6 de noviembre de 2011

Del penal fallado al triunfo sobre Messi

20 de julio de 2011. Fría noche en Mendoza. Franklin Lucena se dirige a cobrar el tercer penal de la ronda decisiva contra Paraguay en las semifinales de la Copa América. Como él mismo confiesa, nunca había pateado uno en un partido oficial, pero no lo consideró un obstáculo, se sentía preparado. Segundos después, sin embargo, sufriría la tristeza más grande de su carrera.

-Juan Arango reveló esa noche en Mendoza que no se sentía en condiciones de patear por la lesión de tobillo, que se resintió ese día. Todo indica que tu turno lo habría ocupado él de haber estado bien. ¿Estabas en el plan original o se decidió en ese momento?

-Practicamos dos días antes los penales y todos pateamos. No había un grupo ni un orden específico. Anoté los dos penales que me tocaron y el día del partido el profe (César Farías) me preguntó si estaba dispuesto a patearlo. Yo me sentía capacitado, con mucha confianza y le dije que sí. Me dijo "bueno, vas a cobrar".

-¿Cómo fue ese momento, cuando fuiste a patearlo? 

-Estaba bien, no dudé nunca en que podía meterlo, nunca. Pero a la hora de patear sí dudé, porque primero había pensado en patearlo hacia el lado derecho, o sea, a la mano izquierda del portero, y al final dudé y ahí fue que (Villar) me lo adivinó y lo tapó.

-¿Cómo te afectó? Ese día, cuando saliste a la zona mixta, preferiste no hablar.
-Me pegó muchísimo. No quería ver ni hablar con nadie. Lo que hice fue llegar a encerrarme en la habitación, solo, buscando una explicación. "¿Por qué me tocó a mí?", pensé. Solamente hablé con mi familia en ese momento y me ayudaron mucho: mi hijo, mi esposa, mi madre, mis hermanos (se interrumpe y luego prosigue). Es que me da sentimiento otra vez al recordarlo, porque estaba liquidado anímicamente. De verdad fue un apoyo impresionante, se los agradezco. También el respaldo de mis compañeros y el de la gente.

-¿Cómo lidiaste con ese sentimiento en los días siguientes, cuando tenían que jugar por el tercer lugar? 

- Esos días fueron muy fuertes, sobre todo porque no me tocó estar en el once contra Perú. Quería comerme la cancha, demostrarle a la gente que siento la camiseta, que fue un error de fútbol. Es un reto que tienes internamente. Yo le decía al profe que me metiera, y él me decía "tranquilo, que van a llegar muchas cosas más". Ese día estaba en el banco y cuando me tocó entrar en el segundo tiempo, corrí como loco a marcar, quería meter gol, así fuese con la mano (risas). Pero al final son cosas que te ayudan a madurar.

-El aficionado suele ser cruel con quien falla un penal. En tu caso no pareció así, mucha gente te respaldó, ¿no? 

-En general sí, sobre todo cuando llegué al país, me pidieron que hablara pero no creas, también hubo insultos por Twitter. Muy pocas personas, eso sí, y yo los entiendo, sufrieron ligando. Y también hay gente que no sabe de fútbol y me decía que si nunca había cobrado penales, entonces no estaba preparado. No es así. Pero los entiendo, no tengo rencor. Agradezco el apoyo de la mayoría.

-¿Te han dicho algo en la calle?

-A veces me pasa que ando por allí y escucho a la gente que dice "este es el que peló el penal". Me reconocen por eso, supongo que les resulta fácil identificarme así. No me gusta, porque la gente es injusta a veces, pero tengo que asimilar esas cosas, porque este es mi trabajo, no me puedo poner a discutir con la gente. Sí me incomoda que me recuerden por eso, pero nunca voy a bajar la cabeza. Y más allá de ese penal, no me siento mal por la copa, porque tuve una buena actuación y logramos mucho como grupo. Y por eso quiero seguir en la eliminatoria, para dar alegrías al país y a mi familia.

-¿Te cambió este hecho? 

-Sí, me hizo mucho más fuerte. Las cosas pasan por algo, porque luego vino la oferta de Chile, que no se concretó, e igual sabía que debía seguir adelante. El que me conoce sabe que soy un luchador, un trabajador, por eso he logrado cosas importantes y por eso me mantengo en esta selección, en la que hay tantos jugadores de calidad. Estar en este grupo es meritorio.

La recompensa. 11 de octubre de 2011. Noche calurosa en Puerto La Cruz. Franklin Lucena levanta los brazos y se permite, finalmente, disfrutar de un gran momento. Venezuela acaba de vencer a Argentina por primera vez en su historia y obtiene los primeros tres puntos en esta eliminatoria. Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, desapareció del campo gracias al trabajo de Lucena y sus compañeros. Uno de los momentos más brillantes de su carrera.

-¿Sentías que era el momento de vencer a Argentina? 

-Había concentración plena en el grupo y convencimiento en cada uno de poder lograr eso. Estábamos con nuestra gente en Puerto La Cruz, una plaza que es bien difícil.

-Renny Vega y tú fueron los únicos que jugaron en Quito y en Puerto La Cruz. ¿Sabías que te tocaría jugar? 

-Cuando llegué de Ecuador, el profe y yo hablamos de eso. Me preguntó cómo me sentía por el desgaste que tuvimos en Quito, pero le dije que estaba bien para jugar. Estaba endeudado conmigo mismo, con un país, por lo que sucedió con ese penal en la Copa América, y se lo recordé también a él en ese momento. Sentí que era la oportunidad.

-¿Tenías entonces una motivación adicional?

-Sí, por el esfuerzo que hice desde la etapa de preparación para la altura en Mucuchíes. Esos 21 días no fueron nada fáciles. En Ecuador no nos fue bien y pensaba que ese esfuerzo entonces no me había valido de mucho. Pero con el triunfo sobre Argentina conseguí ese regalo, la tranquilidad después del esfuerzo que había hecho.

-La marca a Messi fue un trabajo colectivo. ¿Cómo se planificó?

-Sabíamos que íbamos contra uno de los mejores del mundo y logramos que Messi no jugara. Solo en los primeros minutos tuvo acciones de peligro y luego se apagó por el trabajo que hicimos. Debíamos presionarlo cuando tuviera la pelota, no dejarlo que se volteara. Caíamos dos o tres para rodearlo. Pero no había marca personal, dependiendo de la zona en la que cayera podía ser Tomás (Rincón) o yo. En el segundo tiempo, Messi se movió a la raya por la banda de Gabriel Cichero. Si Gabriel se proyectaba, me tocaba a mí cubrirle la espalda. No fue fácil, porque además no podíamos descuidar tampoco a (Gonzalo) Higuaín o (Ángel) Di María, son muy hábiles.

-¿Recuerdas algún choque particular con Messi?

-Sí. En una jugada le entré muy fuerte. Me dijo que me dedicara a jugar y le respondí que yo lo hacía por mi camiseta y él por la suya. Y también le dije algo un poquito más fuerte.

-¿Qué le dijiste?

-(Risas) Una grosería. Y luego le dije: "A mí no me vas a venir a ganar con la boca, argentino agrandado". A mí no me sacó de concentración con eso, y yo tampoco a él. No creo.

-En el entretiempo, ¿de qué hablaron en el equipo?

-El profe nos dijo que cuando Argentina no marcaba en los primeros minutos se complicaba, y fue así. Mantuvimos la confianza. Sabíamos que aunque un punto no era malo, podíamos ir por los tres y los conseguimos.

-¿Cómo celebraron en el vestuario?

-Con tranquilidad, fue un festejo sano. Le echamos mucha broma a (Fernando) Amorebieta, por haber debutado en la eliminatoria con gol. También en el hotel en la cena. Yo aproveché para reunirme con amigos que tenía tiempo que no veía como Ronald Vargas y Roberto Rosales.

-Después de lo que sufriste por ese penal fallado, ¿fue ese triunfo contra Argentina y Messi la revancha que esperabas? 

-No, todavía no. Yo quiero clasificar al Mundial.

-¿Quieres que esa sea la manera en la que te recuerde la gente?

-Exacto. Que en vez de recordar el penal, digan "ese es uno de los que clasificó al Mundial". Eso es lo que quiero.
(Nota escrita para la edicion 6/11 de El Nacional)