lunes, 30 de enero de 2012

Harold Mayne-Nicholls: "Con Bielsa hicimos un trabajo del que me siento muy orgulloso"

El currículo de Harold Mayne-Nicholls pesa. Su experiencia, tan valiosa como variada, obliga en una misma entrevista a preguntarle por las candidaturas ganadoras de Rusia y Qatar para los próximos Mundiales, el carácter de Marcelo Bielsa o el Centro de Alto Rendimiento en Margarita.
Periodista con postgrado en administración, Mayne-Nicholls visitó Caracas esta semana para ofrecer una conferencia en la Universidad Metropolitana a los integrantes del Diplomado de Gerencia Deportiva avalado por la FIFA, organismo para el que trabaja el chileno desde hace muchos años.
En esta charla compartió su experiencia como oficial de medios y luego coordinador general en los Mundiales de 1994, 1998, 2002 y 2006, y como presidente de la comisión técnica que evaluó las candidaturas para las ediciones de 2018 y 2022. Habló de su fundación "Ganamos Todos", en la que ofrece capacitación a los adultos para que incentiven y enseñen a los niños a practicar fútbol y disminuir el alto índice de obesidad infantil en Chile.
Pero el mayor aporte lo hizo al revelar cómo cambió la situación del fútbol chileno y la selección de ese país entre 2007 y 2010, cuando fue presidente de la federación y la liga profesional. Un cambio en el que tuvo a un ayudante de lujo: Marcelo Bielsa.
Mayne-Nicholls indicó que quiso rescatar el nombre de la selección, golpeado tras una eliminatoria terrible en la que finalizó en el último puesto. Y el primer paso hacia el camino correcto llegó con otra gran decepción: el escándalo de indisciplina en Puerto Ordaz durante la Copa América Venezuela 2007.
"Ese episodio fue clave para forzar el cambio. Debíamos recuperar los valores de la selección y para eso buscamos a un entrenador como Bielsa. A él nunca le pedimos que nos clasificara, le solicité tres cosas: disciplina, rigor en el trabajo y humildad. Y así fue cómo se logró", relató.
Mayne-Nicholls ofreció detalles de los logros de su gestión, no sólo con la Roja, sino en el fútbol femenino, de playa y juvenil. Cambió el modo de proceder en diferentes áreas y consiguió beneficios: patrocinio (de 16 millones de dólares a 84 millones de ingreso), organización (agregó especialistas en sus áreas en la federación), imagen (99 por ciento de aceptación de la selección en las encuestas), seguridad (medidas contra las barras bravas). Y En Chile se apreció ese giro hasta que en la siguiente elección de la federación, los principales dueños de clubes prefirieron a Jorge Segovia, confirmando que sus críticas a Mayne-Nicholls, por supuestamente favorecer a la selección en perjuicio de los equipos, terminaron en una ruptura definitiva.
Mayne-Nicholls confiesa que deseaba que Bielsa continuara con Chile, a pesar de su salida. Pero el argentino se marchó también. Chile y el resto de Suramérica quedaron sin respuesta. Una gestión exitosa de un presidente y un seleccionador se cortó en tres años. "Yo tampoco lo entiendo", afirmó Mayne-Nicholls antes de despedirse en el estacionamiento de la Metropolitana con una sonrisa, quizás recordando una de sus frases de cierre de la charla, atribuida a Francisco Maturana: "Perdiendo también se gana".

La entrevista

Mayne-Nicholls guarda los videos que trajo y antes de irse recuerda que se había comprometido a dar la entrevista.

- Después de no poder continuar su gestión en Chile, ¿pensó en asesorar a alguna otra federación?
- No lo pensé. Donde me invitan voy, trato de contar lo que siento respecto del fútbol, pero no se me ocurrió que por un determinado trabajo en la federación chilena iría a otro país. Si me invitan lo hago, sería un tremendo desafío, pero es difícil.

- Explicó que Bielsa lo ayudó a elaborar el plan de capacitación para su fundación. ¿Mantienen un vínculo?

- Tengo contacto permanente con Marcelo, con el profesor (Luis) Bonini. Marcelo nos ayudó mucho con la fundación, nos dio consejos al igual que Bonini. Es algo que hacemos a beneficio de la juventud del país, a través de los adultos, y en el que de verdad siento que ganamos todos. En cuanto al plan, Marcelo dio lineamientos generales y luego se llega al detalle. Esa parte no la podía hacer él porque ya tenía contrato en España, pero el contacto lo mantenemos y él está pendiente.

jueves, 26 de enero de 2012

El goleador que atiende en el banco

La historia del Mirandés, el segundo equipo en la historia de la Copa del Rey que alcanza las semifinales perteneciendo a la Segunda División B, es de película. Pero que su goleador y máximo artillero de la copa en este momento, Pablo Infante, tenga que apurar el paso en las carreteras para cumplir con su trabajo diurno en un banco, resulta increíble.
Infante es, lógicamente, un héroe para la afición en Miranda de Ebro. Pero también se ha convertido en la historia peculiar de esta edición copera por el esfuerzo extra que hace.
En un reportaje en video que realizó AS para su portal a comienzos de año, el jugador de 31 años de edad cuenta con gracia cómo hace para cumplir con su doble trabajo. Su día empieza en Quincoces de Yuso, un pueblo de 300 habitantes. Allí dirige la sucursal de un banco y atiende clientes.
"Desde las 7:30 de la mañana hasta las 3:00 de la tarde. Luego debo salir rápido y recorrer 50 kilómetros hasta Miranda para estar en las prácticas del equipo", confesó el atacante y extremo.
Tras el partido de ida contra Espanyol en Barcelona, Infante tuvo que regresar en su vehículo 600 kilómetros durante la noche, mientras sus compañeros descansaban, para poder estar en la oficina a la mañana siguiente.
Y el martes apenas pudo festejar en el campo, como le confesó a EFE: "Los compañeros se quedaron a cenar y habrán tomado alguna que otra copa. Yo me tuve que marchar porque tenía que trabajar por la mañana y no quedaba otra que descansar un poquito para afrontar el día en condiciones".
(Nota escrita para la edición 26/1 de El Nacional)

domingo, 22 de enero de 2012

La gran apuesta de Pastoriza

Paternal con los jugadores, apostador, sagaz, fanático de las parrillas, fumador, sindicalista, amigo de la familia real de Mónaco y símbolo de Independiente. Pedir que hablaran de José Omar Pastoriza a quienes compartieron con él en la Vinotinto no fue difícil, porque cada quien tenía una memoria grata de este singular personaje, que dirigió al combinado entre 1998 y 2000, y falleció en 2004.
Pastoriza es recordado por muchas de sus virtudes y también por los vicios que lo marcaron, pero ante todo como el responsable del primer paso para el gran cambio vinotinto. "Con él comenzó esto, quiso cambiar el ritmo de juego y la mentalidad del venezolano. Eso lo siguieron y mejoraron Richard Páez y César Farías", dijo Miguel Mea Vitali, uno de los jugadores que creció en la selección bajo el mando de Pastoriza.
A Venezuela llegó con una fama ganada. "Sabíamos lo que había logrado y eso es importante, te motivaba", afirmó Leo Jiménez. Pastoriza destacó como mediocampista, primero como volante "cinco" y luego por la derecha y más adelantado. Fue campeón de América con Independiente, el Rojo, el club de sus amores, al que volvió a llevar posteriormente al título de la Libertadores y la Copa Intercontinental como técnico.
Estuvo en el Mundial de Inglaterra 1966, aunque no pudo jugar ni un minuto. Hasta se dio el lujo de abandonar su cargo como entrenador del Atlético de Madrid después de cinco partidos por una disputa con el presidente Jesús Gil y Gil por no obligar a Bernd Schuster a infiltrarse para alinear en un encuentro.
Con eso y mucho más en su currículo, Pastoriza llegó a Venezuela para aceptar el reto de tomar a una selección que apenas había ganado dos partidos de eliminatorias en toda su historia.
"A Pastoriza lo conocí en Río de Janeiro, porque ahí fue donde se produjo la primera reunión, cuando estábamos concentrados con la Sub 20 y la Sub 17. Lo busqué en el aeropuerto con una foto y fue él quien me reconoció primero, no sé cómo. Caía bien de entrada", relató Napoleón Centeno, ex coordinador de la Vinotinto.
"Con él se reunieron (Rafael) Esquivel y otros dirigentes de la federación. Cuando le explicaron cómo era el fútbol venezolano le cambió la cara. Él pensaba que iba a trabajar, no a enseñar. Pero entonces, ya aparte, me dijo: `Bueno, tranquilo. Quizás no ganemos mucho, pero nos vamos a cagar de la risa jugando’. Así era él", recordó Centeno.

Una manera de inspirar. Hay una historia que todos los consultados recordaron de Pastoriza y que refleja la forma en la que motivaba a la Vinotinto de esa etapa. "Te digo la anécdota y tú sacas cómo era él. Un día llegamos al Pachencho Romero a jugar contra Brasil y Pastoriza nos dice `Ven, están asustados, se les nota en la cara’. Y nos metieron seis goles", relató Gilberto Angelucci.
Ruberth Morán lo recuerda con una ligera variación: "Vamos a ganarles a esos putos brasileños que están cagados. Eso fue lo que dijo exactamente". En todo caso, la intención de Pastoriza fue siempre la misma: intentar que el venezolano olvidara sus complejos y se animara a retar a los rivales. "El principal cambio fue mental. Nos obligó a compararnos con otros, a atrevernos a ganar. Lo hizo con los jugadores y con los dirigentes", afirmó Morán.
"Pensar que teníamos que salir a ganar siempre fue algo que quizás, en lo colectivo, costó tiempo entenderlo. Pero Pastoriza empezó esto. Él profesionalizó a la selección", recordó Jiménez.

Una Vinotinto de otra época

"Pastoriza aportó mucho, pero no lo acompañaron los resultados". Gilberto Angelucci resumió de manera sucinta la razón por la que, a pesar de ser considerado hoy uno de los que motivó el cambio de Venezuela en el fútbol, José Omar Pastoriza tuvo un ciclo de dos años.
Aunque ocurrió hace apenas 14 años, el "Pato" llegó a otro fútbol. Uno en el que las prácticas de la selección eran presenciadas por uno o dos reporteros a lo sumo en la capital, en el que una entrevista con Pastoriza se podía hacer con una llamada al teléfono de su hogar, en el que las giras y módulos eran gastos que podían ser rechazados ocasionalmente por la FVF por tener una selección que no ganaba partidos y, por ende, no producía dinero. Y ni hablar de la percepción de la gente sobre la Vinotinto y sus integrantes, que pasaban desapercibidos por la mayoría de las ciudades.
Esos resultados tan anhelados comenzaron a llegar con su sucesor Richard Páez y gracias a ese ciclo posterior pudo apreciarse bajo otra luz lo que dejó Pastoriza, en lugar de quedar como un esfuerzo en vano. Los jugadores consideran positivo el paso del argentino por Venezuela, a pesar de las críticas que en su momento tuvo. Pero al final de su etapa, todos coincidían: era urgente obtener resultados y no llegaban.
"Él consiguió condiciones de trabajo mucho mejores que las que tuvo la selección previamente. Concretó amistosos con sus contactos y le dio un cambio importante de intensidad a la actividad", aseguró el periodista Edgardo Broner. "También tuvo que adaptarse porque la FVF en ese momento no tenía tanto dinero, así que de vez en cuando había que suspender algún plan de concentración o cambiarlo. Y él me decía `tranquilo, ya vamos a ver cómo hacemos’. Y buscaba una solución", contó Napoleón Centeno, ex coordinador de la selección.
Ese intento de profesionalizar a la selección, como reconocieron los jugadores, fue importante. Su aporte táctico, también. Pero siendo un personaje particular en un fútbol también muy particular en esa época, Pastoriza propició algunas críticas.
El exceso de jugadores de un solo equipo (Táchira, líder del momento) en algunas convocatorias generó un caso curioso: dos porteros del mismo club en el llamado.
"Tuvimos que esperar a que Pastoriza viera un partido de aquel Estudiantes que hizo una gran Libertadores para que nos empezara a llamar a mí, a Chuy Vera y a Pochito Echenausi", afirmó Ruberth Morán, quien también admitió que Pastoriza corrigió pronto y se preocupó más por empaparse del fútbol venezolano en lugar de sólo dirigir: "Llamó a los entrenadores de los conjuntos, preguntaba y enviaba observadores a los juegos".
Centeno comentó: "No es como ahora, que puedes conseguir videos o ver por televisión casi cualquier partido. Tenías que enviar a personas a ver los partidos, y por supuesto, si lo hacías muy seguido, empezaban a preguntarte por los costos. Pero incluso a mí me tocó ir a ver juegos para Pastoriza".
La costumbre del entrenador de volver con frecuencia a Argentina, también le jugó malas pasadas. "Una vez se demoró su vuelo desde Argentina y teníamos un amistoso. Llamó por teléfono, nos dio indicaciones, pero seguía sin poder llegar. Nos fuimos al estadio, nos dictó la alineación y finalmente, poco antes de salir al campo, apareció Pastoriza en el camerino", contó Centeno. Era un fútbol en el que eso podía pasar y no terminaba en un gran escándalo. En el que Horacio Cirrincione tenía que hacer una doble función como preparador de porteros y asistente.
Un fútbol que ha quedado en el recuerdo. Porque las victorias forzaron más cambios, atrajeron a la afición, a los patrocinantes y a los medios de comunicación. Aumentaron la exigencia. Pero tenía que empezar con un cambio de actitud.
(Columna escrita para la edición 22/1 de El Nacional)

domingo, 15 de enero de 2012

Las palabras que definen los otros 45 minutos

"Les toca limpiar la basura que han hecho en el primer tiempo. Es una pena que no pueda hacer las once sustituciones porque habría cambiado a los once". Esas palabras de José Mourinho a los jugadores del Real Madrid en el entretiempo del partido de ida contra Málaga en la Copa del Rey surtieron efecto. Los blancos convirtieron un 0-2 en un 3-2.
En el fútbol, el entrenador vive de la planificación que hace en la semana. Pero en el día del partido, aparte de las decisiones que debe tomar, cuenta con un momento especial para tratar de incidir en el juego: la charla del entretiempo. Y cada técnico tiene un estilo muy particular para usar esos preciados minutos.
"A mí me ha tocado escuchar una versión similar de esa frase de Mourinho alguna vez. Pero me ha pasado con otros que, mientras el jugador esperaba un regaño, les ha dado por reírse de lo que pasó", confesó Cristian Cásseres, que recuerda otra anécdota: "Una vez con Raúl Cavalleri jugábamos contra Trujillanos. Fallé un penal en el primer tiempo y entramos a los vestuarios perdiendo 1-0. Raúl me dijo de todo, que si mi madre, que esto no era un partido del barrio. Y eso porque me conoce bien. En el segundo tiempo lo volteamos y ganamos 2-1. Con dos goles que yo hice".
Pero no a todos les funciona el papel de villano. Luis "Pájaro" Vera y Gilberto Angelucci coinciden en una historia de sus días en Minervén en la Copa Libertadores. "Jugamos octavos de final contra Emelec en Guayaquil, con Víctor Pignanelli como técnico. Habíamos ganado 2-0 en la ida en Puerto Ordaz. Empezamos y fue un bombardeo", recordó Vera. "Perdíamos 3-1 en el entretiempo, pero como en esa época no había regla de gol de visitante, estaba la serie igualada", acotó Angelucci.
"Entramos decaídos al camerino. Yo llegué con la cabeza gacha, porque pensaba que si el primer tiempo había sido ese baile, no quería imaginarme el segundo. Pero Pignanelli entró con una calma impresionante. Se desabotonó la camisa y se la quitó. Se sentó, nos vio y nos dijo: `¿Por qué tienen todos esas caras? Empieza un partido nuevo en el segundo tiempo’", relató Vera.
Angelucci agregó: "No permitimos más goles y llegamos a la definición por penales. Antes de ir a los cobros, Pignanelli me dijo que disfrutara, que el trabajo ya estaba hecho, que lo habíamos logrado. Y pasamos. Así era él".
En la selección también hay historias de cómo unas palabras pueden ayudar a torcer una historia. Franklin Lucena recuerda bien el choque contra Ecuador en Puerto La Cruz en el que César Farías pudo enderezar el rumbo en la pasada eliminatoria.
"Estábamos jugando mal y Farías entró muy molesto. Nos dijo que esto no podía ser, que estábamos jugando con nuestra ilusión de ir al Mundial, que teníamos una responsabilidad con el país, y el resto no lo recuerdo bien, no tengo las palabras exactas. Pero fue un regaño impresionante, eso sí lo recuerdo bien. Y el segundo tiempo fue otra cosa", contó.
A otros técnicos no les alcanzó la paciencia para esperar a entrar a los vestuarios. "Cata Roque era fregado", recordó Angelucci. "Una vez en Valera, teníamos que ganar y estábamos empatando 0-0 en el entretiempo. Cata no esperó en el vestuario sino que entró ahí mismo a la cancha y nos empezó a gritar: "¿Cómo no pueden pasar a este borracho? Si este es un botiquín". El jugador era Leo Gonzalez y estaba ahí al lado, entonces se le fue encima al viejo Cata y nos metimos a defenderlo. Salió cortado Laureano Jaimes, creo. Y al final del juego, ¿sabes lo que pasó? Terminaron Leo y Cata abrazados. "Oye vale, Cata nos puso a pelear", nos dijo Leo". Agregó el ex portero: "De Cata tomé el amor por esta profesión. Hacer las cosas con ganas".
Lucena aportó otra historia del reconocido entrenador y su peculiar manera de impulsar al futbolista: "En Táchira, Cata a veces le tiraba piedras cerca a los jugadores que no corrían durante el juego (risas). A mí no me pasó, pero a otros sí. Cada quien tiene su forma".

lunes, 9 de enero de 2012

Con la camiseta que más le gusta

"Me tocó estar tres años fuera de la selección por diferentes razones. La verdad, no quiero repetir eso". Esa sentida frase de Miguel Mea Vitali representa lo que significa la Vinotinto para él.
Entre numerosos cambios de camiseta en su carrera, que ha incluido pasantías en España, Italia, Suiza, Grecia y Argentina, la que siempre ha sido una parte de la vida de "Miky" ha sido la casaca vinotinto. Debutó con la selección de mayores a los 18 años de edad y se acostumbró a ser una pieza fija de las convocatorias hasta que se produjo ese "bache" entre octubre de 2008, cuando Brasil goleó 4-0 a Venezuela, y diciembre de 2011, cuando el seleccionador César Farías volvió a contar con él para el amistoso contra Costa Rica.
Ahora, 2012 ofrece una perspectiva positiva y Mea Vitali aprecia la oportunidad. Farías repitió el llamado del volante para trabajar en Puerto La Cruz y viajar a Estados Unidos para dos juegos de preparación. Un paso más hacia ese posible retorno a la eliminatoria, que en este año será crucial para conocer qué tan cerca puede estar finalmente Venezuela de su sueño mundialista.
Después de esperar, Mea Vitali se anima: "Cada convocatoria te da un mensaje. Lo principal es saber que no debes desaprovecharlo. Yo me tomo cada convocatoria y cada partido con la selección como si fuese el último, porque en la Vinotinto se siente algo distinto. Uno no quiere que esa ocasión sea la última, no quieres que eso llegue".

Enroque con Lucena. El tiempo en el que Mea Vitali estuvo apartado del combinado coincidió con la consolidación de Franklin Lucena como socio de Tomás Rincón. Ahora, ante la lesión de Lucena que lo mantendrá al margen durante buena parte del año, una de las opciones para tomar su vacante es, irónicamente, el jugador al que sustituyó: Mea Vitali. Pero la experiencia de Mea Vitali lo obliga a ser precavido: "El llamado es importante, te deja saber la confianza que tiene César (Farías) en ti, bien sea para el módulo y los dos amistosos, que son contra los dos grandes de Concacaf (Estados Unidos y México) como para lo que puede venir. Será una buena prueba para la eliminatoria".