lunes, 6 de febrero de 2012

La magia de Stalin Rivas

En su brillante carrera, entre 1987 y 2006, Stalin Rivas dejó una certeza y dos grandes dudas. Fue uno de los mejores jugadores que dio Venezuela, quizás el de mayor talento natural. "Es el mejor jugador venezolano que he visto", afirma el técnico Carlos Horacio Moreno. "Era un súper talento", aseguró otro de sus entrenadores, Manuel Plasencia. Esa fue la certeza.

Sin embargo, en la mente de quienes se maravillaron por la habilidad del zurdo guayanés, quedaron dos dudas imposibles de disipar, dos preguntas condicionales: ¿Qué tan lejos podría haber llegado Stalin Rivas de haber prolongado su permanencia en Europa, limitada a menos de dos años en Bélgica entre 1991 y 1993? ¿Qué más podría haber conseguido la Vinotinto durante su despertar con Richard Páez si Rivas hubiese aceptado retornar? Moreno y Plasencia conocieron bien a Rivas, su pupilo tanto en selecciones como en equipos profesionales, y la visión de ambos tiene puntos coincidentes.

"Si él se hubiese mentalizado en lo que podía producir con su fútbol, habría llegado mucho más lejos que cualquier otro venezolano. Desde jovencito, cuando comenzó con Mineros, se veía que era un joven atrevido, con un desparpajo increíble, con gran desequilibrio y un talento innato. Él dejó de ser el absoluto crack de la historia de Venezuela por su personalidad. No se dio cuenta de qué tan lejos podía llegar. Quizás si jugara hoy en día habría sido distinto", aseguró Moreno.

"Era un jugador muy habilidoso, desequilibrante, influyente sobre los compañeros. Era muy completo, sobresaliente en todos los aspectos. Creo que él tuvo una forma distinta de ver su carrera, por su personalidad. Él fue feliz así, fueron sus decisiones. Llegó hasta donde quiso y no fue más allá, porque vio cumplida su ambición con lo que hizo. Y era además otra época, una en la que el fútbol no era una carrera tan rentable", opinó Plasencia.

El fuerte carácter de Rivas era un factor considerable, para bien y para mal. "Lo conocí en muchas facetas. Era un jugador rebelde. Si no le gustaba un técnico o un preparador físico, lo decía y trabajaba con enojo. Tampoco le gustaba mucho el trabajo físico, yo le advertía que un día se iba a desgarrar por no estirar adecuadamente, pero tenía una capacidad para hacer piques en el juego que nunca habrías adivinado que no se empleaba a fondo en esos trabajos de acondicionamiento. No era una papita, debías saber cómo tratarlo", contó Moreno.



El ex portero y hoy técnico, Gilberto Angelucci, compartió con Rivas en aquel Minervén que llegó a cuartos de final de la Copa Libertadores en 1994. En su opinión, ese mismo carácter fue el que ayudó a Rivas a destacar: "Era rebelde, no se callaba nada. Pero es que en esa época había que tener carácter para abrirse campo. Él fue el pionero porque hace 20 años era difícil que un venezolano saliera a Europa".

Dos momentos clave. Stalin Rivas acepta los comentarios y ofrece su versión. "Sé que hay gente que dice que pude haber dado más, pero tuve las oportunidades que Dios me puso y no puedo exigirle más de lo que me dio", dijo el zurdo.
Agregó: "Sí me habría gustado volver a Europa y estar más tiempo en ese fútbol. Incluso tuve oportunidades después de regresar de Bélgica, pero eran equipos de segunda división, nada concreto o atractivo, y yo estaba bien en el Caracas, ahí me hicieron sentir como de la casa desde que llegué".

Sobre esos dos momentos decisivos de su carrera como legionario y en la selección, Rivas hizo un repaso. "Cuando estuve en Bélgica siempre fui ficha del Standard (Lieja). En el Boom estuve seis meses a préstamo. Y entonces se me presentaron problemas familiares en Venezuela, que me ataron al país y me hicieron permanecer acá. Vine porque ocurrió la muerte de mi abuela, que prácticamente era mi mamá. Vine a su entierro y entonces se presentó una pequeña oportunidad con Minervén. Mi mamá se enfermó y entonces pedí ausentarme seis meses, que fue el tiempo que me prestaron a Minervén".

Prosiguió Rivas: "Jugué Copa Libertadores y luego no podía jugar en Bélgica porque no estaba inscrito y se dio el chance de ir a préstamo posteriormente con Lara, que en ese tiempo pagó 25 mil dólares. Y luego vino el doctor (Guillermo) Valentiner, que en paz descanse, y le compró mi ficha al Standard para que fuera al Caracas".

En la Vinotinto, la oportunidad de retornar la presentó Richard Páez en 2001 cuando apenas asumía el cargo en relevo del argentino José Omar Pastoriza. El entrenador buscó a Rivas para charlar en Mérida, cuando era jugador del Caracas.
 "Primero debo decir que a Richard le tengo un gran respeto, fue uno de los grandes impulsores del fútbol venezolano. Lo que sucedió en aquel momento fue que le dije que no quería volver más a la selección, porque no estaba de acuerdo con la manera en que se manejaba la federación y el trato que le daba al jugador. Richard me dijo que él iba a tratar de cambiar eso, y entonces hablamos y quedamos en que sí podría volver, pero no para el primer partido contra Argentina, porque ya tenía compromisos familiares", contó.
"Ese era el acuerdo, pero entonces él sacó la convocatoria contra Argentina y me incluyó, cuando sabía el problema que tenía. No sé si lo hizo para presionarme, pero eso fue lo que pasó y luego no hablamos nunca más. Se quedó así", dijo.

Stalin Rivas, ciertamente, jugó bajo sus propios términos, y en esos momentos clave de su carrera también procedió así. Y por eso no siente que deba dar excusas. "Yo respeto las opiniones. Siempre fui frontal y todavía lo soy. Recuerdo que con Plasencia tuve problemas, pero siempre se resolvían. Hoy nos vemos y nos saludamos. Cuando no me gustaba algo lo decía, pero siempre lo hice en defensa de los grupos, no sólo por mí. Hice las cosas a mi manera y por esa personalidad fue que tuve la carrera que tuve. Mi etapa como jugador la disfruté".

Rivas está en paz y no juega a suponer qué podría haber sucedido. También sería errado asumir que todo habría sido mejor de otra forma. Angelucci ofrece un ejemplo con otra duda razonable: "Si hubiese regresado Stalin a la selección en ese momento, quizás le hubiese hecho sombra a Juan Arango. A veces las cosas pasan por una razón".

Cualidades de crack
Carlos Horacio Moreno tiene recuerdos muy gratos de Rivas y uno doloroso: "Debutó conmigo en la selección de mayores contra Brasil, era un flaquito increíble. En Bélgica maduró como jugador. Mi regreso al Caracas se dio porque él fue uno de los que me llamó. Allí hubo un tiempo en el que tenía una fórmula: empezaba Stalin en el mediocampo y cuando hacía los cambios en el segundo tiempo, lo dejaba a él con el delantero. Se movía a un costado, esperaba su oportunidad y lanzaba unos contragolpes mortíferos. Pero cuando pasó a Mineros metió un gol para ganarnos y fue a gritarme el gol. Eso me dolió, no lo entendí, pero no hay rencor".

Al preguntarle a Manuel Plasencia cuál era la mejor cualidad de Stalin y darle varias opciones, respondió: "Todas. Disparo, velocidad en la acción, gambeta, tenía todo lo que tiene un crack".
Gilberto Angelucci afirmó: "En aquella Libertadores teníamos un gran equipo, pero nuestra misión era ordenarnos, pararnos bien, y darle el balón a Stalin para que resolviera. Sabía ubicarse muy bien para recibir, desmarcarse y luego armaba sus jugadas y las finalizaba".

Palabras del Mago
Otra era. "No teníamos la preparación adecuada para competir en el máximo nivel. Tampoco los entrenadores ni preparadores físicos. Ahora sí lo hay, y ese es un gran avance. Antes tampoco había tanta publicidad para los jugadores ni información disponible. A mí me buscaron a los 17 años de edad, pero no fue sino hasta después de la Copa América del 91 cuando me llevaron a Bélgica. Allá entendí mejor el fútbol, crecí como jugador".

La Vinotinto. "Mis quejas eran las mismas que tenían Nikolac, Rizzi, Chita. Había que mejorar el trato al jugador. Es una alegría ver que hoy eso es mucho mejor, que están bien preparados. Lo que deben entender los que están ahora es que antes hubo una cantidad de jugadores que trabajaron duro para que llegáramos a este punto. E igual ellos deben limpiar el camino para los que vienen. Somos una cadena y debemos trabajar para que esa cadena sea cada vez más fuerte".

Goleador de la copa. "Haber sido goleador de la Libertadores es algo que valoro realmente ahora, que veo la huella que dejé, mi nombre unido a un torneo tan prestigioso. En ese momento me lo tomé con calma y honestamente lo hice gracias a mis compañeros. Yo era volante ofensivo y no era mi característica ser un goleador. Ellos me dieron las oportunidades".

Recuerdos. "Destacar un gol es difícil, fueron muchos bonitos con Caracas, con Minervén. Recuerdo uno que hice con Mineros para ser campeones. Y en mi debut profesional le marqué a `Guacharaca’ Baena, tenía 15 años de edad. Yo no guardo muchas cosas, pero mis hermanos sí. Camisas, trofeos, placas, fotos. Casi todo está en casa de mi mamá".

Reservado con la prensa
El periodista Daniel Chapela ofrece su opinión: "El más grande ha sido Juan Arango, por muchos factores, pero si hablamos de talento puro, Stalin es el mejor que he visto en Venezuela. Tenía una capacidad para manejar la pelota en velocidad que, salvando las distancias, era parecido a lo que hace Messi hoy. Entre 1991 y 1994 era imparable y añadió el pase de gol a su repertorio".
"Con la prensa, Stalin era reservado, arisco. A los entrenadores casi los consideraba un estorbo para su forma libre de jugar. Por su carácter podía dejar al equipo con 10 en cualquier momento. En el Preolímpico del 92, un compañero no pudo tomar un pase suyo y Stalin se molestó tanto que pateó al primer peruano que vio y se fue directo al vestuario".
(Nota escrita para la edición 6/2 de El Nacional)