RÍO DE JANEIRO
Son demasiados los paralelismos entre Barcelona y España. En lo bueno y en lo malo. Y así como el ciclo fantástico del conjunto catalán culminó luego de conseguir récords, títulos y, sobre todo, la admiración del planeta entero, así le tocó a España dimitir tras tres coronas consecutivas (dos Eurocopas y un Mundial) de una manera casi tan abrupta. Muchos celebran el fin de "una idea", de "una filosofía", cuando en realidad fueron los conceptos de fútbol que manejaron Barcelona y España los que los llevaron en primer lugar a sumar éxitos y ganar adeptos. Fue solamente el fin de una época de ejecución maravillosa de sus intérpretes, que en el camino perdieron la frescura, la intensidad y el compromiso necesario con esas ideas para evitar que se convirtiera en complacencia.
Fue un placer presenciar en persona todo el ciclo triunfal de España, tanto en Mundiales como en Eurocopas. Y fue igual de penoso observar también este miércoles, en la visita al Maracaná, el fin de esta era. Para lo bueno y para lo malo, fue una fortuna y una dicha inmensa poder haberlo visto de cerca.
El capítulo aparte fue Chile y su invasión. No solo de los jugadores en la cancha de España, ni de los fanáticos descontrolados en la sala de prensa del Maracaná. Fue la toma de Río de Janeiro, desde el himno y los cánticos en el estadio hasta el metro de la ciudad, Copacabana y todos los rincones donde parecía haber estado un chileno durante una larga noche de festejos luego de la clasificación.
No es para menos. La Roja -la suramericana claro está- había sido el responsable de una victoria espectacular. La que puso fin al ciclo de una de las grandes selecciones de la historia.
miércoles, 18 de junio de 2014
Postales desde Brasil (III): Auge y caída de España
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