Esta semana la Vinotinto tuvo la oportunidad de preparar el plan para la recta final de la eliminatoria, tres choques que definirán finalmente si Venezuela podrá llegar al primer Mundial de su historia como todos en el país esperan.
Más allá de la declaración de intenciones del seleccionador César Farías sobre el ritmo veloz de juego que pide o la intensidad para presionar, todas herramientas válidas para conseguir los resultados que se anhelan, la importancia de las maneras que escoja el técnico para jugar estos últimos tres choques tendrán que ver con la efectividad con la que se ejecuten esas tareas. Y a estas alturas el más indicado para saber qué tareas pueden desempeñar sus pupilos en esta coyuntura debe ser el propio Farías.
Chile, Perú y Paraguay serán tres rivales distintos en tres momentos ligeramente diferentes. Las necesidades de juego de Venezuela variarán en cada partido con cada resultado anterior y las combinaciones de marcadores de sus rivales por los cupos. Pero lo que será igual para cada encuentro será la urgencia de sumar puntos (al menos dos victorias y un empate), y los riesgos que esta exigencia obligará a tomar.
Si los riesgos a tomar requieren adelantar las líneas, presionar arriba y en consecuencia dejar más espacios en el bloque defensivo, entonces el equipo necesitará saber defender en estas circunstancias para evitar encajar goles que tornarán inútil cualquier esfuerzo ofensivo. Los defensas y volantes de primera línea deberán ganar los duelos individuales, y avanzar y retornar con sapiencia para impedir que el equipo se quiebre.
En muchos encuentros de la era Farías, cuando la necesidad ha empujado al equipo a arriesgar mucho más a la ofensiva, los partidos se han convertido en asuntos de ida y vuelta. Y en estos casos, gana el equipo más efectivo en las dos áreas: el que sepa anotar cuando logra llegar con claridad y el que sepa evitar el tanto cuando el contrincante alcanza el arco.
En este punto específico la prueba contra Bolivia falló. En pocas llegadas los bolivianos anotaron y en muchas llegadas Venezuela desperdició sus remates. Además, el reto en el segundo tiempo fue precisamente cómo no se desea que se juegue en la recta final: corriendo contra el tiempo y la desventaja en el marcador. Pero este fue un asunto de efectividad no de riesgos.
Esta prueba no quiere decir que la Vinotinto no pueda ejecutar bien en los partidos que valen de verdad. El momento llama a asumir estos riesgos porque el boleto al Mundial no llegará a las manos por errores del contrario.
La clave para la Vinotinto, entonces, estará en cómo seguir haciendo bien lo que ha hecho, a pesar de tomar estos riesgos (buena defensa, orden para desanimar al contrario, esfuerzo para superar los malos momentos y mucha intensidad), y cómo mejorar lo que ha fallado hasta ahora sin provocar nuevos y distintos errores (generar llegadas con pelota en juego, abrir la cancha por las bandas, ser contundente y defenderse con la pelota).
Lo que Venezuela hizo o dejó de hacer en los anteriores choques quedará para el análisis final. Hasta ahora, fue lo que trajo al equipo hasta aquí. Hubo partidos clave que impulsaron la ilusión (basta recordar el triunfo ante Argentina) y hubo otros que lo alejaron del objetivo (el doloroso revés contra Uruguay), pero en este momento no hay tres partidos más importantes que los que se van a jugar. Los que sí decidirán si el sueño es posible.
(Columna escrita para la edición 18/08 de El Nacional)
domingo, 18 de agosto de 2013
Entre el riesgo y la efectividad
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