El fútbol, en su esencia como juego, ha cambiado muy poco. El apego al tradicionalismo de parte de quienes lo manejan es en gran medida responsable de esa continuidad que llega a veces a ser en extremo negativa, cuando se considera, por ejemplo, que es apenas ahora cuando se lleva a cabo la introducción de la tecnología para ayudar a los árbitros.
Sin embargo, las circunstancias en las que se juega el deporte profesional hoy en día sí han cambiado, con un calendario de partidos en el año que es casi inhumano y las exigencias cada vez más grandes de aficionados, periodistas y patrocinantes.
Dentro de este nuevo entorno es que puede apreciarse mejor la época especial en que vivimos. En cualquier comparación la nostalgia suele ganar terreno, esa idealización y vínculo emocional con lo que alguna vez fue.
"Todo tiempo pasado fue mejor" suele ser la frase que demuestra este efecto, pero el año 2012 que está por terminar ofreció algunos ejemplos de que en Venezuela y el mundo, el presente del fútbol nada tiene que envidiarle al pasado.
Juan Arango, sin estar en un club o en una liga mediática (la Bundesliga no se compara en ese aspecto con el campeonato español), confirmó que está en su mejor momento y que es, sin posibilidad de invocar a la nostalgia en defensa de otros casos, el mejor jugador de la historia de Venezuela.
La Vinotinto, que tuvo que superar el tramo más complicado de la eliminatoria, pudo finalizar el año en el cuarto puesto de la tabla, algo nunca conseguido a estas alturas del premundial. La progresión positiva desde la era Pastoriza a la de Páez hasta el presente del ciclo de Farías permite al aficionado venezolano disfrutar de la selección como nunca había podido.
Lionel Messi rompió un récord que en octubre parecía absurdo y que en diciembre terminó con un aumento de seis goles (91). El argentino derrumba barreras cada año y le recuerda a la gente que, como Johan Cruyff, Alfredo Di Stéfano y otros grandes, no hace falta ganar un Mundial para ser considerado una leyenda.
El crack del Barcelona sólo puede aceptar comparaciones con Pelé o Maradona y a su edad (25) todavía tiene mucho tiempo para convencer a quien no piense todavía que estamos ante el mejor jugador de la historia.
Y en cuanto a selecciones, la discusión será siempre tan abierta como interesante, por lo difícil de la comparación, entre los mejores combinados de todas las épocas. Pero el camino que completó España de 2008 a 2012 colocó a La Roja en plena discusión, siendo la única en lograr tres títulos grandes de forma consecutiva.
Apoyada en el ejemplo del Barcelona (también considerado uno de los mejores equipos de la historia), su estilo de juego igualmente le permite competir en el sentido estético, y no únicamente en resultados, con las mejores selecciones que se haya visto. Si añadimos al ejercicio las crecientes dificultades y exigencias que hoy deben superar todos estos ejemplos, podemos convenir en que el tiempo presente del fútbol también puede derrotar a la nostalgia.
(Columna escrita para la edición 30/12 de El Nacional)
domingo, 30 de diciembre de 2012
Todo tiempo presente es mejor
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