domingo, 24 de marzo de 2013

Colombia, otra señal en el camino

Como en cualquier ruta que se recorre con frecuencia, hay paradas que se conocen de memoria y terminan asociadas con imágenes y sentimientos. Gracias a la Conmebol y su interés en repetir hasta la eternidad el calendario de las eliminatorias suramericanas, se han creado también ciertas tendencias para las selecciones en los distintos tramos reconocibles de esta particular travesía.
En el caso de Venezuela, más allá del progreso logrado, se pueden identificar varios partidos en el hogar como paradas en las que la Vinotinto toma fuerza o pierde fuelle. Por ejemplo, casi cualquier seguidor de la selección nacional podrá identificar los choques contra Chile en casa en la primera vuelta como el hoyo en el que, una y otra vez, el combinado criollo cae y se lastima gravemente en cada eliminatoria. Desde Mauricio Pinilla a Humberto Suazo o Matías Fernández, esos dolorosos goles no se olvidan fácilmente.

Más sencilla es la reciente asociación con la penúltima jornada, esos choques como local contra Paraguay que han puesto el punto final en la aspiración de Venezuela de ir al Mundial en dos eliminatorias consecutivas. Nelson Haedo Valdez, Salvador Cabañas y Tacuara Cardozo forman parte de los villanos de la historia del país.
En el lado positivo, la afición podrá también recordar como Ecuador ha servido como trampolín para recuperarse y levantar el ánimo de hasta los más pesimistas, cuando Venezuela ha ganado en casa en el inicio de la segunda vuelta, siendo la excepción el empate obtenido en este Premundial, quizás también motivado por el inusual resultado anterior: en lugar de caer en Asunción, en esta ocasión la Vinotinto superó a Paraguay de visita por primera vez y por tanto el choque con Ecuador no transmitía la misma urgencia de antes. Y en estos encuentros, Ruberth Morán, Giancarlo Maldonado y Juan Arango dejaron goles y emociones grabadas en la mente de los parciales venezolanos.

Entre estas paradas hay otro partido plenamente identificable, no tanto por los resultados repetidos, sino por la relevancia del juego, casi decisiva para el resto del camino: Colombia en casa. En 2001 le permitió a Richard Páez soñar con su primera victoria hasta que los neogranadinos igualaron 2-2 al final. Pero ese desafío fue un mensaje y una lección a la vez. La Vinotinto sabía que iba por buen camino. Muy pronto llegaría el boom.

En 2005 era el partido más esperado por todos. No por la rivalidad entre vecinos, sino por la importancia de los puntos, que podían poner a Venezuela en la ruta definitiva al Mundial de Alemania. Pero la Vinotinto no pudo pasar del empate, por más que un cabezazo de Alejandro Cichero casi logra el cometido de no ser por el paradón del recientemente fallecido Miguel Calero.
Aquel fue un partido en el que se contaron los días hasta su llegada. En el que Venezuela sufrió más que nunca por la salud y la vida de su gran figura, Juan Arango, ausente por la salvaje agresión, pocos días antes, de Javi Navarro en España. Y aquel empate, lamentablemente, marcó el resto del trayecto de una selección que no pudo cerrar la tarea en casa, donde se debe ganar, no empatar.

domingo, 3 de marzo de 2013

Farías en control


Las palabras de apoyo que el seleccionador César Farías le dio al presidente de la FVF, Rafael Esquivel, antes de las elecciones que se avecinan, más allá de ser respetadas como parte de una decisión personal y de un vínculo de amistad y colaboración de trabajo entre ambos, fueron también una demostración de la personalidad del técnico y la visión que tiene de su labor.
Farías intenta siempre tener el completo control de una situación. Para ello planifica, se informa, se prepara y también busca imponer su fuerte carácter si hace falta, pero esto no se limita a los aspectos que otros considerarían meramente futbolísticos. Durante los cinco años de su ciclo con la Vinotinto, el técnico ha dejado conocer buena parte de su personalidad.

Sobre casi cualquier tema tiene una opinión y le gusta contrastarla con frecuencia con otros, sobre todo si está convencido de tener razón o conocer más sobre el tema. Su competitividad no sólo la refleja sino que de alguna forma la inculca, y de esto pueden dar fe sus jugadores en los tantos partidos que han disputado bajo su guía y también en las decisiones que toman en sus carreras profesionales, en las cuales la opinión de Farías surge con frecuencia, bien sea porque sus pupilos la consultan o porque el seleccionador se interesa en ofrecerla.
Si se trata de la formación de jugadores, del campeonato venezolano, de la rehabilitación de un vinotinto, de las transmisiones televisivas, de las refacciones de un estadio, de la labor de los medios de comunicación, de estos y muchos otros temas relacionados, Farías tiene una opinión, y dada la importancia de su cargo, pues se convierte en muy relevante. Entonces resulta lógico pensar que en un tema tan crucial como la elección, o reelección en este caso, del presidente de la FVF, su superior inmediato y principal respaldo, también debía tener algo que decir y no de forma tímida, pues no es su estilo.

Si bien pareció innecesaria la acción, porque la continuidad de Esquivel en el cargo no parece estar en peligro y menos en una época en la que su trabajo con Farías ha rendido frutos luego de una mayor inversión en los combinados nacionales, la iniciativa del técnico encuentra mayor sentido en ese intento de controlar todos los elementos, todas las circunstancias. La opción de renunciar no podía tener otro propósito más allá de acentuar la vehemencia de su opinión. El premio al esfuerzo realizado está demasiado cerca como para arriesgarlo, y por eso esta breve polémica pareciera haber sido sólo un intento más por marcar la pauta de lo que vendrá.
Donde Farías requiere tener aún mayor control de la situación es en la cancha, y esto lo ejerce a través de los jugadores. El seleccionador ha recorrido ya una ruta de cinco años en la que ha cambiado, corregido, fortalecido y ajustado sus ideas hasta llegar a un tramo en el que la Vinotinto entiende y sigue sus órdenes de la mejor manera, un momento en el que el control de Farías es parte de una dinámica mucho más natural para el futbolista que ya ha visto los resultados que se pueden obtener y que ha llegado al punto que todos anhelaban alcanzar cuando se inició esta ruta hacia Brasil 2014: ubicados en la zona de clasificación, con la posibilidad de defender ese cupo hasta el final.